16

254 31 2
                                        

Carlos

—¡Todos los días es lo mismo! —hablé, tratando de tranquilizarme—. Siempre estamos discutiendo, siempre por mi culpa.

Marian solo me observaba, analizando mis expresiones. Me dolía hacerle daño, me dolía ser un monstruo con ella y con todas las personas que me rodeaban.

—¿Dónde quedó aquel Carlos que siempre estaba para mí, para sus hermanas y su familia? El hombre del cual yo me enamoré. ¿Dónde está? —se cuestionaba a sí misma, mirando hacia el cielo.

—Siento tanto provocarte esas lágrimas. Siempre juré que te haría llorar de felicidad, pero nunca de tristeza y dolor. Te fallé. Le fallé a todos —hablé, con dolor.

—Solo quiero aclararte que esas imágenes que te enviaron no son recientes. Son de varios meses atrás, mucho antes de nuestro reencuentro —pausé—. ¡Mírame! —ordené, para que me diera la cara—. Yo nunca te he engañado.

—Creo en ti. Confío ciegamente en ti —respondió, con sinceridad.

Mis expresiones se relajaron por un segundo. Estaba a punto de terminarlo todo. En este momento, me odio tanto.

—Marian —pronuncié.

Ella me regaló una mirada enrojecida, con los ojos hinchados.

Pasé tanta saliva que mi garganta estaba seca. Estaba a punto de arruinarlo todo.

—Te-Tenemos que darnos un tiempo —finalmente solté esas palabras que tanto me pesaban—. No estoy en mi mejor momento. Primero tengo que estar bien mentalmente, quererme y amarme a mí mismo, para luego poder estar contigo. No quiero que sigas sufriendo por mi culpa —dije, con el corazón roto.

—¿Estás hablando en serio? —me miró, sin poder creerlo—. Somos pareja, una pareja se apoya en todo momento —habló, con voz entrecortada.

—Lo sé, Marian, pero estoy hecho pedazos. Tengo que recoger cada parte de mí para poder estar bien y en paz con los demás, contigo. Sé que soy un idiota, tal vez jamás me perdones por lo que acabo de hacer, pero solo te pido que me comprendas un poco —hablé, llorando.

—Está bien —dijo, resignada—. Nunca imaginé que terminaríamos así. Trataré de comprenderte. Si nacimos para estar juntos, el tiempo y el destino nos unirá más adelante. No dudes en llamarme si me necesitas, prometí estar siempre para ti, y así lo haré. —Finalizó, girando sobre su propio eje y girando el pomo de la puerta para salir de mi departamento.

Caí al piso, derrumbado en lágrimas. En ese momento, mi cabeza parecía estallar. Giré mi mirada hacia el mini bar. ¿Beber sería la solución? No. Solo me haría más estúpido y seguiría cometiendo errores.

Dejé ir a la mujer que tanto amo.

Creo en ti - Carlos AcevedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora