Capítulo XXXIV: Derrota

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— ¡Kyomi!— escuché la voz de Sasuke, a penas— ¡¿Qué crees que haces?!

— ¡¿Qué no es obvio?!— le contesté de vuelta mientras peleaba contra Madara— ¡Mataré a este tipo y terminará todo esto!


Cada golpe... cada lágrima... cada gota de sangre. No podía creer que estuviera peleando con el mismísimo Uchiha Madara, de los shinobis más fuertes que han pisado la tierra, por no decir el más fuerte, contra mí, una simple kunoichi que hasta ahora ha tenido surte de seguir viva. La intensidad de la batalla me abrumaba y es suerte el hecho de que no tenga ojos, de lo contrario, tal vez ya estaría muerta.


Logré atravesarlo con mi katana en el pecho y enseguida intenté atravesar su rostro con un chidori, pero logró librarse. Seguí atacándolo lo más rápido que pude, para evitar que me lanzara un contraataque, era lo único que podía hacer para tener una oportunidad.


— ¿Sabes algo curioso?— me preguntó mientras estábamos en una pelea de taijutsu— Te pareces mucho a alguien que conocí

— ¿A si?— le dije después de darle un golpe en la cara, causando que uno de sus dientes saliera volando— Pues debió ser alguien excelente

— Y sí que lo fue, una excelente kunoichi— me dijo después de tocarse la boca, justo en el espacio del diente faltante— Fue una lástima el día que murió


Vi los sellos que formaba con sus manos y lo imité, dos enormes bolas de fuego chocaron para luego dar paso a a ambos y continuar con nuestra pelea. Ahora no solo era taijutsu, también se agregó ninjutsu y fuego era lanzado junto a series de golpes. Me sentí aliviada cuando sentí el chakra de Gaara acercarse junto al de los otros bijus.


— ¡Kyomi!— escuché la voz de Gaara


Fue lo único que necesité escuchar para hacerme a un lado y evitar el ataque de Shukaku. Seguido de una serie de ataques de los bijus y el intento en vano de sellar a Madara. Compartí una mirada con Matatabi y volví a hacer los sellos correspondientes para el jutsu de sellado y volver a unirme con Matatabi, quien no desaprovechó la oportunidad para regañarme.


— No vuelvas a hacer eso— escuché su voz en mi mente— Sabes que, junto a tus compañeros, eres lo único que se interpone entre Madara y el fin del mundo

— No, es el hecho de que tú y los demás bijus  sigan libres lo que impide el fin del mundo— le contesté— En el momento en el que él los capture, será el fin del juego

— Entonces luchemos a la par, para evitar eso 


No hubo tiempo para pensar, coordinamos otro ataque, todos juntos. Logramos quitarle un brazo, pero esa maldita cucaracha seguía con vida y gracias a un Zetsu, logró recuperar su brazo y lastimosamente, para nosotros, también obtuvo un rinnegan. No perdió el tiempo e hizo un jutsu de invocación, esa estúpida estatua, que por alguna razón, no tenía uno de sus brazos, supondré que fue por Kakashi.


—¿Cómo pudo hacer una invocación teniendo un rinnegan falso?— preguntó Son, el biju de 4 colas

— Obsérvalo bien, está herido— Matatabi le habló— No es un Edo Tensei, él está vivo y su rinnegan es auténtico

— ¿Cómo pudo resucitar?— esta vez habló Chōmei, el siete colas

Uchiha Kyomi | Segunda temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora