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Nikki

Allí estaba yo parada en frente a mi nueva casa, no era muy distinta a la de Los Ángeles, era grande, tenía un gran patio delantero con césped, moderna y de colores neutros, me gustaba. Lo que no me gustaba era la idea de empezar de cero en esa ciudad de la que recién había oído hablar, Southcoast.

Sujeté el mango de mi maleta mientras miraba al cielo que estaba un poco nublado, eso no pasaba muy a menudo de donde yo venía. En el fondo estaba enfadada por esta mudanza repentina, sabía que debía aguantarme y adaptarme pues daba igual lo mucho que me molestara, no podía hacer nada, el trabajo de papá era el trabajo de papá.

ーNo está mal, ¿no crees? ーpreguntó mi madre formando una leve sonrisa.

ーNo ーrespondí seria.

Mi madre se debió de dar cuenta de que no me hacía mucha ilusión estar allí parada, así que siguió hablando:

ーSe parece a la de Los Ángeles, y espera a ver la piscina eso sí que te va a gustar. Entremos ーsonrió mi madre tomando la iniciativa.

Mi madre empezó a caminar por el camino de piedra que nos llevaba hasta la entrada de la casa, yo la seguí sin decir una palabra.

El césped estaba recién cortado, los árboles estaban bien podados y mis ganas de seguir existiendo cada vez eran menores.

Entramos a la casa, un bonito recibidor nos acogió, tenía las paredes blancas y una pared estaba cubierta por un gran espejo. Había algunos armarios y un perchero en una esquina color blanco, el suelo era de madera y en frente a nosotras había un largo pasillo que dejaba ver al final la gran cocina con muebles marrón oscuro y encimera blanca, a la derecha el salón y a la izquierda la gran escalera.

Mi madre dejó la maleta y me miró.

ー¿Qué te parece? ーsonrió.

ーEstá bien ーle dije seria.

Me giré y me miré en el espejo, me arreglé algunos de los rizos y me dí cuenta que mi madre me miraba.

Ella y yo éramos físicamente muy diferentes, yo tenía la piel bronceada y ella era más bien pálida, mi pelo era castaño y bastante rizado y el suyo era ondulado más bien liso, sus ojos eran color miel y los míos eran del mismo color que mi pelo, castaños.

ーEstás preciosa ーme sonrió y me acarició el pelo.

Le dediqué una pequeña sonrisa.

ーNo te enfades con tu padre, además puedes con esto, es solo un cambio de instituto.

Le asentí un poco.

ーVoy a ver mi habitación ーdije con la intención de seguir viendo la casa.

Caminé con mi maleta hasta las escaleras. Subí el primer tramo de escaleras y en la pared había un gran ventanal que dejaba ver el exterior y aportaba luz natural a toda la planta, muy elegante y bastante del estilo de mi padre.

Terminé de subir las escaleras y miré las habitaciones, ya amuebladas. La segunda a la derecha, esa era la mía. Abrí la puerta de color blanco y con picaporte metálico y ví mi habitación.

Unos bonitos ventanales en frente de la cama y una puerta corredera me dejaban un pequeño balcón, solo estaba la cama y un pequeño sofá color crema en la esquina. Observé la habitación y seguí caminando hasta el vestidor, vacío, y después fuí al baño. El baño tenía unos azulejos turquesas y una ducha, el espejo era bastante grande con una serie de luces a su alrededor que me recordaba al que tenía en mi antigua casa por lo que me hizo esbozar una pequeña sonrisa.

Dejé mi maleta, una de las tantas que había traído, sobre la cama y empecé a sacar las cosas.

Mientras sacaba las prendas de ropa miré por la ventana, oí la voz de mi madre que venía del patio. Me asomé a la ventana y la ví hablar por teléfono, movía un poco las manos y fruncía el ceño por lo que deduje con quien hablaba, papá.

SouthcoastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora