Capítulo 3

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Maya deseó haber dejado a Carina DeLuca morirse de frío en la nieve.

***

—Si te doy esto lo lamentarás. No te gusta la cebolla, y lo sabes.

Un aroma delicioso llegó a la buhardilla. La rubia se frotó los ojos y miró el reloj. Las ocho pasadas... no estaba acostumbrada a levantarse tan temprano. En invierno se acostaba pronto y se despertaba tarde. No tenía ninguna razón para levantarse. No era como cuando quería pintar.

Aquel día, sin embargo, tuvo que levantarse para averiguar qué estaba haciendo esa extraña en la cocina. Se obligó a salir de la cama y se puso una bata. Se sorprendió al ver que el fuego del salón estaba encendido. Por el calor procedente de la cocina, dedujo que Carina había descubierto cómo se encendía la cocina de leña.

Se dirigió al cuarto de baño sin decir nada. Después de ducharse se miró al espejo, consciente de que parecía tener al menos cinco años más de los treinta y siete que ya había cumplido. Empezó a ponerse unos vaqueros y su camisa de franela de siempre; suspiró al encontrar un pantalón negro limpio y un jersey. Tenía una visita.

Cuando por fin entró en la cocina, vio que Ford observaba todos los movimientos de Carina totalmente embelesado. Una cacerola encima de la cocina era la razón del olor a sopa. El pavo estaba en una fuente. La mujer echaba apio y cebolla picados en un gran cuenco.

—Buenos días —dijo Carina. Para gran alivio de Maya, había vuelto a ponerse su ropa—. Iba a hacer café, pero no sabía cómo te gusta... el café de la mañana es algo tan personal. He visto que tienes distintas variedades de granos.

Maya sonrió ligeramente y puso manos a la obra con la cafetera. Por la mañana le gustaba una mezcla de café torrefacto francés con alguno aromático. Esa mañana le apetecía una pizca de moca. Por suerte, podía comprarlo en Peet's por correo.

—Por cierto —dijo la morena al cabo de un minuto—, feliz día de Acción de Gracias. He puesto los menudillos y el cuello a hervir con un poco de apio, zanahoria y cebolla. He picado un poco de apio y de cebolla para el relleno, pero cuando vi que habías comprado manzanas y nueces pensé que a lo mejor pensabas ponerlos en el relleno.

Maya se la quedó mirando. Qué torbellino de actividad.

—El pavo era para hoy, ¿no?

—Sí, lo siento. Has trabajado mucho. Eh... yo prefiero el relleno sin manzanas, a menos que tú...

—No, tampoco me gusta.

Maya se rió sin querer.

—A mí tampoco. Me gustan los rellenos sencillos con apio, cebolla y unas cuantas hierbas. Las manzanas y las nueces son para comer aparte.

—Mi madre asistió a un curso de cocina hindú, y una vez nos hizo un relleno con manzana y curry. Y encima pasas. Nunca más.

Mientras hablaba, Carina abrió la bolsa de miga de pan y la mezcló con la verdura picada. Añadió mantequilla derretida y un poco más de caldo. A Maya le crujió el estómago. Había olvidado que la comida del día de Acción de Gracias olía tan bien que hacía meses que no recordaba haber tenido tanta hambre.

—Tampoco es que no me guste la comida hindú —prosiguió —. Me encanta. Por un buen curry, chapati y chutney, soy capaz de ir adónde sea. —Acabó de remover la mezcla y empezó a meter el relleno en el pavo—. En realidad, el relleno hindú es muy bueno si esperas encontrártelo en el pavo. Pero si no es así, es bastante asqueroso.

—Comprendo.

La rubia observó a Carina que frotaba el pavo con las manos untadas de mantequilla.

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⏰ Última actualización: May 26, 2022 ⏰

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Pintando la luna //MARINA AU (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora