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    Entrando por aquella pequeña puerta se tensaba, una corriente desde su espina dorsal hasta terminar en su cuello era lo único que podía sentir, empezaba a acostumbrarse a aquella reacción de su cuerpo ante ver o estar en ese lugar, aunque indi...

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    Entrando por aquella pequeña puerta se tensaba, una corriente desde su espina dorsal hasta terminar en su cuello era lo único que podía sentir, empezaba a acostumbrarse a aquella reacción de su cuerpo ante ver o estar en ese lugar, aunque indirectamente la calmaba, pero ella nunca lo admitiría, era un simple silencio, pero inquietante de cierta manera.

   Era un silencio con mucho ruido detrás, muchos lamentos y gritos ahogados haciendo eco por todo aquel estudio.

   —Amor, ¿has llegado?— esa voz vacía y hueca sin sentimiento detrás que le hacía lamentar el tan solo siquiera estar ahí la llamaba desde aquella cocina tan estrecha.




Él era raro

muy raro




   Le daba miedo, pero lo amaba, lo amaba a su manera, y él también la amaba a su manera aún fuera de la manera más rara y repudiosa que siquiera una persona cuerda y consiente de si mismo pudiera imaginar.

   Caminaba por todas aquellas habitaciones inspeccionando los números de ellas hasta llegar sigilosamente a la cocina, no le gustaba causar ruidos, aquellos gemelos podían llegar en cualquier momento, o el señor loco adicto a lo que se suponía era porno podía amenazarla todavía en que podía matarla.

   Él simplemente estaba cocinado, de alguna manera podía imaginarlo siendo una persona doméstica, una persona normal.

   —Sí, he llegado, ¿por qué tiene que ser mierda esa escuela? — tirando de su pelo hacia atrás como su cuello, se estaba quejando molesta, no diría que se había dejado golpear por unas chicas pero si expresaría lo que sentia, era molesto todo eso para ella, aquella escuela en donde todo era igual de asfixiante, si bien no sabía el porqué se estaba quejando, si ese colegio no era nada a compar con la residencia.



Al menos aquí lo tenía a él.



   —Noo-ri, no seas así cariño, ¿Cuántas veces te he dicho que no digas malas palabras? ¿Acaso te he enseñado esos ejemplos? — con su voz calmada, sería y neutra de siempre le daba su pequeño sermón de todos los días, le empezaba a dar jaqueca el hecho de verla decir tan siquiera una mala palabra, siempre la había visto como la pequeña y pura Bae Noo-ri que cuido de ella sin ninguna intención.

   —Pareces un padre regañando a su hija— molesta soltó su descontento en susurro, él siempre trataba de educarla a su manera, y también de enseñarle las cosas más repudiosas.

a su manera también.



   —Ni siquiera has experimentado lo que hace un padre a su hijo, cariño, ¿cómo puedes decir que me parezco a uno uh?— se empezaba a adaptar a sus malos intentos de humor en donde le parecía gracioso burlarse de los problemas ajenos.

𝐏𝐀𝐂𝐈𝐅𝐘 𝐇𝐄𝐑 ━━                                      𝖲𝖾𝗈 𝗆𝗈𝗈𝗇-𝗃𝗈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora