Un paisaje hermoso es lo que veo, con mucha flores, y árboles a mi alrededor, a unos cuantos pasos de donde estoy se encuentra una cabaña, de la chimenea sale humo, me intriga mucho saber como llegué acá, si yo estaba en una sesión de fotos, me doy la vuelta para ver si hay algún camino y saber por donde fue que llegue, pero no hay nada más que plantas, montes y árboles, ninguna pista que me indique como llegue acá, no recuerdo haber venido antes, tenía muchas preguntas, pero una voz que provenía de la casa hizo que se detuvieran mis pensamientos.
—¿Qué haces rexy?—Ese apodo, solo me dice así una persona, con miedo de que no sea el, ordenó a mi cuerpo girarse a donde provino la voz— Cariño, la comida se enfría…—
Y no podía creer a quien tenía frente a mi, al chico que es dueño de mis pensamientos, el que me dio muchas alegrías, pero también noches de llanto, Marcos estaba parado justo en la puerta de la cabaña con una gran sonrisa y vestido como siempre me gustó a mi, informal, de camiseta y pantalón de dormir, se que es raro pero amaba verlo en pijama, el me extendió su mano, y sin pensar en nada, camino, para tomar la.
Miro nuestra manos unidas y después a su rostro y el no quita su sonrisa.
El me guía para que entre en la casa, mientras caminamos por un pasillo de la casa, mientras nos adentramos más escucho un pitido, como si estuviera marcando un ritmo, lo escucho cada vez más fuerte, miro nuestras manos y como se van separando, el voltea, me sonríe y me suelta para salir corriendo, yo lo sigo a pesar del sonido insistente en mis oídos, llega al final del pasillo y de allí sale Támara, el la toma en sus brazos, ordeno a mis pies detenerse y los veo.
Támara me mira y sonríe.—Gracias por entretenerlo mientras yo llegaba querida—Sonríe burlesca—Tu solo fuiste si juguete—
Y el sonido insistente se hace cada ves más fuerte e insoportable, con mis manos trato de tapar mis oídos para por el sonido tan fuerte, pero nada lo paraba, caigo al suelo y la imagen de ellos dos es lo último que veo.
El mismo pitido molesto e insistente es único hace que abra mis ojos poco a poco, mis párpados se sienten pesados como si estuvieran cargando piedras con ellos, con mi mano intento buscar la alarme en mi mesita de noche pero no la encuentro, abro los ojos completamente, observo mi alrededor y me asusto al ver que no estoy en mi departamento, si no en un hospital, busco en la habitación y miro en el sofá a Leo y Jessy abrazados mientras duermen, y por más que no quiera, siento un poco de envidia por el amor que se tienen, pero la vida no parece estar de mi lado, borro esos pensamientos y trato de concentrarme en el por que estoy acá.
Por mi mente pasa la sesión de fotos, Leo diciendo que estoy un poco abultada y después mi malestar.
Trato de levantarme para tomar el baso de agua que está en la mesita pero en mi torpeza mi mano golpea un jarrón que estaba a la par del vaso, haciendo que se tambalee y caiga al piso, partiéndose en pedazos, mis amigos salen de lo que parecía un placido sueño por el sonido, se despertaron asustados, se miran entre sí y después a mi, trato de darles una sonrisa para tranquilizarnos y también pedirles disculpas por levantarles de esa manera, en ves de decir me algo por mi error, se levantan y caminan a sí a mi a una velocidad impresionante, Jessy me abraza y Leo toma mi mano pero parece recordar mi error y la suelta para recoger los pedazos del jarrón.
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Sorpresas del Destino
RomanceAlexa cerró los ojos un momento y un extenso dolor atravesó su corazón. En el momento que oye a Nathan declarar su amor por Támara y pedir su mano en matrimonio sintió como su corazón romperse en mil pedazos. Lo peor es tener que lidiar con un en...