Dolía como la mierda. No, no dolía, era una sensación que me quemaba.
Estaba dejando a mi amada atrás, a mi hija. A mi familia. Jamás pensé que me invadiría un sentimiento de mierda el dejar a quien amo.Pero así es la vida. Pensé cada vez en que lucharía por ellas y volvería a verlas lo más pronto posible.
Llevaba 5 años en esta maldita cárcel y mi jodido abogado no había hecho una mierda para sacarme de aquí antes de que se pasaran quince años de un tirón.
Entendía que mi prometida estuviese enfadada conmigo, eso era obvio. Al fin y al cabo no fui precavido y estas son las consecuencias de mi despreocupado actuar por la vida. Me dejé estar sin pensar que iba a caer tan pronto.
Pensé en mi futura esposa cada maldito día, pero no había una visita, un mensaje o un aviso de llamada. Ella no quería verme. Imaginaba su cuerpo sentado en la cama observando hacia el patio de nuestra enorme mansión en Italia. Les envié allá para que cuidase de nuestra hija y obtuviese siempre lo mejor. Le imaginaba lamentándose y maldiciéndome, eso me hacía reír, era muy tierna cuando se enojaba.
Por otra parte podría estar follándose a los mayordomos o a la seguridad. ¡Mierda! Mierda... ¡MIERDA! me hervía la sangre. No la culpo, después de todo yo la había abandonado.
La extrañaba tanto que un día quise llamarla, pero no tuve el valor así que le escribí. Le escribí una nota.
No tuve el valor de contactarme con ella en tres años.
Yo sabía que ella me amaría hasta la muerte, así como yo también lo haría. Esta mierda es cursi pero, ¿han sentido el 'Click'? ese que sientes cuando tus ojos miran los de otra persona y una sensación parecida al hogar llena tu ser.
Eso sentí cuando la vi por primera vez en Nueva York. Ella era mi otra mitad.
Así que escribí en aquel papel:
¿Seguirías amándome cuando no tenga nada más que mi alma adolorida?
Le pedí a mi abogado y amigo que se la hiciese llegar de inmediato, pero no obtuve respuesta alguna. Lo entendía. Aun que Park me dijo que ella leyó la nota y se echo a llorar a escondidas de nuestra hija.
Ya han pasado dos años de ese día.
Tampoco conozco a Hye, mi hija. Ya tiene cinco años y no he visto su cara. Quiero que sea una sorpresa. Ha de tener la hermosa cara de su madre.
Ahora me encontraba en mi habitación-pseudo celda esperando por Jimin, mi abogado. Teníamos reunión esta tarde.
—Hey, ¿Qué tal?— le di un zape a Park. Se quejó —Vaya, esas no son manera de saludar a quien está peleando por tu libertad.
—Hey hyung, ¿Qué tal, hyung?. ¿A caso no te enseñaron a respetar a tus mayores? idiota de mierda.
Jimin me sonrió. Me hacía perder la paciencia constantemente, pero era buen chico, algo inútil pero funcional. Me estaba yendo mejor desde que había cambiado de abogado.
—Tengo buenas noticias— le miré arqueando una ceja —Hyung— añadió.
Hice una seña prestando atención. —Pues la justicia coreana y la justicia parisina te estaban buscando por ser traficante. Pero en realidad no han encontrado evidencia directa. Unos capos italianos y japoneses han manchado tu nombre. Ellos han dicho que eras un pez gordo y te han atrapado.
—Eso quiere decir que...
—No tienen evidencia que diga que eres aquel pez gordo, solo son palabras. Podrían soltarte antes de que pueda decir "Narcotraficante".
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