Incómoda Presentación.

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Después de las vacaciones de verano, el instituto abrió sus puerta a un nuevo ciclo escolar.  Los pasillos estaban repletos de alumnos que se reencontraban con sus amigos después de dos meses de no haberse visto.

Por otro lado, los alumnos mas responsables o asociales según sea el caso, se encontraban ya en sus respectivos salones y pupitres esperando a que la campana anunciara el inicio de la clase. Aquí es en donde encontramos a nuestra protagonista...

- ¡Hey, Al que gusto verte! - Exclamó un joven alto, de tez morena, ojos color avellana y cabello negro que desde la entrada del aula  saludaba a la pelirroja.

- Hola Jasper,  ¿Que tal el verano? - Saludó la joven una vez que su amigo estuvo lo suficientemente cerca como para tener una conversación a un volumen prudente.

- Meh no me puedo quejar, pero hubiera sido mejor contigo a mi lado.

- Ja... eso lo dudo.

- No te subestimes, Al. - Antes de que el joven pudiera añadir algo mas, fue interrumpido por la maestra, quien pidió a sus alumnos que tomaran asiento para poder iniciar con la jornada.

Los primeros veinte minutos de clase transcurrieron con normalidad y con una calma que difícilmente volverían a experimentar. De pronto los gritos inundaron los pasillos y rápidamente las ventanas de las aulas se llenaron de alumnos queriendo ser testigos de lo que estaba sucediendo.

- ¡Señorita, ya le dije que no puede llevar el uniforme así! Hágame el favor de ir al sanitario y colocarse el uniforme como es debido o me veré obligado a llamar a sus padres.

- ¡Ja! Si quiere llamarlos hágalo, solo perderá el tiempo - Dijo desafiante la chica de estridente apariencia.

La joven, firme en su postura se cruzó de brazos y añadió.

- Al querer que cambie mi uniforme están atentando contra mi derecho al libre desarrollo de la personalidad...

- Sus padres firmaron un reglamento el día en que la inscribieron a esta escuela - Interrumpió el prefecto.

- Vaya, no sabia que un reglamento era mas importante que mis derechos. Mire si quiere pude llamar a mis padres pero solo quiero aclarar una cosa, esta discusión ya la hemos tenido en otras escuelas,  mis padres siempre me han defendido y los directores terminan cediendo, dudo mucho que esta vez sea diferente, así que mientras los llama voy a entrar a mi salón y que quede claro que por su culpa ya perdí veinte minutos de clase. Con permiso Don Prefecto.

El resto de los jóvenes, incrédulos observaban la escena, nunca habían visto algo parecido. Por todas partes de escuchaban murmullos opinando de la situación, algunos eran alabando la valentía y seguridad de aquella joven y otros eran criticándola por la misma razón.

El Trauma Del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora