5| Memorias de sangre

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Ese era el peor día de la humanidad.

Las manos de Gerda temblaban sobre las riendas del caballo mientras su mirada intranquila pasaba por la cara de los chicos de su escuadrón, entre los más expresivos estaban Connie cuyo rostro perturbado reflejaba la preocupación que sentía por su familia pues los titanes probablemente habían atravesado por su pueblo, Sasha también tenía una expresión igual de angustiada. Ellos expresaban perfectamente el temor que corría por las venas de todos a pesar de los esfuerzos por mantener la calma.

Gerda apretó las manos sobre las ásperas riendas viendo con desagrado el temblor en sus manos, pensó que quizás se trataba del temor natural que infundían esas criaturas. Se preguntaba por qué estaba tan aterrada, no es como si los titanes pudieran hacerle algo... Pero inmediatamente desechó ese pensamiento reprendiéndose.

No estaba bien pensar así cuando la vida de otras personas corría peligro.

Miraba desesperada hacia los lados mientras la ansiedad recorría todo su cuerpo y los latidos de su corazón incrementaban a cada segundo, preguntándose qué debía de hacer. Sí, aquellas sensaciones en parte eran nuevas para ella, sentía la obligación de actuar al respecto debido a su peculiar efecto en los titanes. Ella tal vez podría detener los titanes que estaban abriéndose paso sobre el territorio de la muralla, pero... ¿Realmente podría hacerlo? De repente empezó a sentirse mareada por las ideas tan distintas que daban vueltas en su cabeza entre su nueva determinación y las ideas más realistas que evidenciaban sus notables limitaciones como soldado.

Recordó las palabras que le dijo a Eren, sería muy arrogante de su parte decir que tal vez podía salvarlos, pero qué podía hacer con los abrumadores sentimientos de responsabilidad que la estaban sofocando ¿Así se sintió Eren en la última expedición? De ser así, lamentó haber abierto la boca sin saber nada.

Ella era demasiado débil, no podía hacer nada.

La joven trató de reprimir el gemido amargo que nacía desde el fondo de su garganta, trataba a duras penas aguantar las ganas de llorar.

Estaba muy frustrada.

—El día es tan lindo ¿Quién diría que algo así de repente podría pasar? —Gerda se sobresaltó al escuchar la voz al lado de ella, miró a un costado y a poca distancia de su caballo pudo ver a Krista Lenz quien trataba de disfrazar su angustiado rostro con una dulce sonrisa —. Estoy tan asustada... no sé cómo aún no estoy llorando, ni siquiera tenemos el equipo.

La peliblanca parpadeó un par de veces como si le costara procesar el hecho que Krista le estuviera hablando tan casualmente en un momento como ese. Lo que decía no era la gran cosa, pero aquellas palabras le hicieron pensar respecto a su propia situación, aunque tuviera el uniforme, al igual que ella carecía del equipo de maniobras. Por tanto, no tenía nada con lo cual defenderse en caso de enfrentarse a un titán.

«¿Acaso este será mi último día de vida?» se le encogió el corazón con sólo pensarlo.

—Esta sensación de estar todo el tiempo en peligro... se supone que debemos acostumbrarnos, pero es imposible —Krista siguió hablando luciendo bastante perturbada.

—¿Estás bien? —la peliblanca se animó a preguntarle, al parecer aún dentro de esa situación tan desagradable ella quería reconfortarla de alguna manera.

La rubia negó, confirmando nuevamente lo terrible que se sentía.

Desde que la conoció, Gerda siempre mantuvo distancia con ella a pesar de los desinteresados esfuerzos que hacía esta en ayudarla y hacerla su amiga, eso la hacía preguntarse por qué. Gerda sabía que el mundo no era amable de gratis ¿Por qué ella lo hacía? Le gustaría creer ciegamente que Krista era así, pero en algunas ocasiones lograba percibir que se esforzaba demasiado por ser buena persona, así como se lo reprochaba Ymir.

Sancta Terra || Shingeki No KyojinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora