1- Entre sombras y despertares

77 8 5
                                    


¿Por qué luzco de 3 años? Estoy caminando sin rumbo, no sé dónde estoy. No sé cuánto llevo caminando, la sed, el hambre y el sueño me han nublado por completo la mente y no recuerdo nada. Solo veo bosque a mi alrededor. Mis piernas me piden descanso, pero desconozco por qué no logro parar. Logro distinguir una cerca a mi derecha, la miro confundida y camino por la orilla en busca de una entrada. Una figura blanca está a unos metros de distancia, creo que es alguien... Ha volteado a verme... O eso creo.

-¡¿Quién eres, niña?! -dijo con un tono amenazante, acercándose a pasos rápidos hacia mí.

Me encontré retrocediendo instintivamente. Quería responder, pero las palabras no salían. Mi corazón y respiración empezaron a acelerarse. Sonidos incomprensibles salían de mi boca tratando de pronunciar mi nombre, que no recordaba bien, todo estaba muy nublado en mi mente. Choqué con una piedra y caí al suelo de espaldas. Traté de ponerme de pie y... Sentí una punzada en mi cuello... Nublado, mareo... Oscuridad...

Oscuridad... Todo Negro...

***

-Helen... ¡Helen! -escucho que alguien me llama. -Helen, ¡despierta! -es papá.

Me siento de golpe en la cama al alzar la vista, lo veo a él, de pie frente a los pies de la cama con el ceño fruncido mirándome fijamente. Mi respiración está acelerada y... ¡Agh! Qué dolor de cabeza por Dios. Llevo una mano a mi frente y noto que estoy sudando. ¿Entonces todo fue un sueño?

-Buenos días... -susurro mientras paso el dorso de mi mano por la frente para quitar las gotas de sudor que corrían por ahí.

-¿Otro sueño de esos? -preguntó en un tono serio, se sentó a los pies de la cama por lo que encogí mis piernas abrazándolas contra el pecho.

-Sí... Es raro y da miedo, siempre parecen tan... Reales. -dije lentamente mientras miraba a mi alrededor asegurándome de que de verdad ya no estaba soñando y todo era real.

-Solo son sueños. Cámbiate y baja a desayunar, tienes consulta hoy. -dicho eso salió de la habitación y lo escuché bajar las escaleras.

Me levanté de la cama y fui a mi escritorio. Agarré el cuaderno color lila que estaba allí encima. Aparté la silla para tomar lugar en esta y empecé a escribir cada detalle de mi sueño en ese papel. Solía hacerlo cada vez que soñaba algo muy vívido, siempre pensé que los sueños son señales, aunque siempre que le contaba alguno a mi padre me decía que eran solo sueños y que los olvidara.

Cuando terminé de escribir, me levanté del escritorio y fui a tomar una ducha y cepillarme los dientes. Salí del baño y me vestí. Jeans azules y una sudadera marrón, de calzado unas botas del mismo color que la sudadera y me hice una cola alta. Metí mis cosas en una mochila y bajé a la cocina. Desayunamos rápido y subimos al auto de camino al hospital.

***

-George Beckett, Helen... -nos saludó amablemente el Doctor Alves con un asentimiento de cabeza mientras nos encontramos en el pasillo del Hospital frente a su consulta.

-Doctor... -dije sin ánimo alguno. Odiaba venir al hospital, pero era algo que de por vida tenía que hacer todas las semanas por mi propio bien.

-Bien, pasemos a la consulta -nos despedimos de mi padre y entramos a la consulta.

El doctor Alves tomó asiento en su escritorio y me hizo una señal para que hiciera lo mismo. Imité su acción y me senté frente a él. Sacó su agenda y lapicera y empezó a bombardearme con las mismas preguntas de siempre: "¿Cómo te has sentido? ¿Has estado tomando tus medicamentos en hora? ¿Has visto o escuchado algo fuera de lo normal?" Después de 30 minutos hablando, se levantó de su silla, yo hice lo mismo.

RadioactiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora