v.

50 5 0
                                    


𝖒𝖚𝖙𝖊 (𝖉) ━━ hualian [mini au] 📌


     Qingxuan observó la gran puerta de madera lacada con el número ochocientos en letras doradas con ansiedad, su pequeña mano delgada temblaba sosteniendo un manojo de llaves con la tierna figurilla de un zorro fenec, estaba desgastado y rayado por todas partes pero ella se negaba totalmente a dejarlo, no cuando era su única conexión con Hua cheng.

   Abrió la puerta con lentitud, forzando sus orbes a observar a través de la oscuridad del lugar, apenas era media tarde pero todas las cortinas del departamento estaban corridas, sumiendo en un profundo manto negro al espacioso lugar. Qingxuan se guía con la luz que trajo al abrir la puerta para caminar, tropezándose casi de inmediato con unos trozos de vidrio en el suelo, aleja sus pies a tiempo para evitar lastimarse.

    —¿Hua cheng? —llamó suavemente—. ¿Hua cheng? ¿Dónde estás?

    Qingxuan encendió la luz de la sala, observando con horror como el siempre pulcro apartamento donde Hua cheng y su mejor amigo Xie lian convivían felizmente, se convirtió en un desastre de arriba abajo. Lienzos a medio terminar, botes de pintura regados, cristales de botella roto, pinceles partidos a la mitad, cortinas oscuras.

    Sin embargo, aún en medio de todo ese desastre, un espacio en particular, estaba tal cual lo conocía. Allí, las cosas de Xie lian permanecían inmutables al oscuro vacío a su alrededor, su escritorio de pino estaba perfectamente limpio y organizado, de la manera en que el adora dejar antes de irse.

    Pequeños frascos con piedras, plumas y arenilla de color descansaban de menor a mayor tamaño, lapiceros de diseños tiernos, lápices desgastados, marcadores brillantes y oscuros. Un mural con polaroids de fotos de forma desordenada, tomadas en momentos aleatorios, resaltadas por un hilo de tejer carmesí; la sonrisa de Xie lian siendo el principal foco de atención, aquella dulzura y amabilidad que no dejaba de sentir por todos. Intentos del castaño de hacer manualidad estaban perfectamente ordenadas en una esquina del escritorio.

    Qingxuan se tragó el nudo en la garganta al verle fijamente, estaba delgado, muy delgado, su cuerpo siempre atlético y firme, se convirtió en un saco sin vida. Sus pómulos estaban mucho más filosos de lo que era considerado saludable, su piel siempre blanca como la leche ahora era traslucida, dejando ver el contorno de sus venas y el color de estas. En su diestra sostenía una botella a medio terminar de bourbon.

    —Hua cheng, ¿qué estás haciendo con tu vida? —susurra temblorosamente, sus orbes rojizos incapaces de controlar el dolor en su corazón al ver el estado del joven que siempre demostró una actitud juguetona y tranquila.

    El joven de mechones de tinta lo observó con intensidad y desgana, sus siempre vivaces orbes ónices parecían vacíos, como una gran cuenca oscura sin la más mínima humanidad en ella.

    —¿Vida? ¿Cuál vida? —musita con los labios contraídos, pálidos y agrietados—. Mi vida inició y terminó con él, se la llevó junto con todos los colores que antes me hizo admirar, ¿por qué, Qingxuan? ¿Por qué me dejó?

    —Hua cheng...—su labio inferior tembló sin saber que decirle exactamente para hacerlo sentir mejor, en el fondo, ella más que nadie lo sabía, sabía que no importaba cuando lo intentara Hua cheng estaba sin vida—. Estoy segura de que Xie lian no quería ver cómo te consumías a ti mismo, Xie lian quiere que seas feliz, Hua cheng. Sin importar lo que sucedió entre ustedes para llegar aquí, él desea que sigas adelante.

    Qingxuan deja escapar un pequeño grito, casi dejando caer la pequeña bolsa que sostenían su otra mano, cuando Hua cheng sin un segundo pensamiento golpea la botella contra el suelo, poco importandole que las astillas volaron en diversas direcciones.

    —¡Yo quiero que él esté aquí, conmigo! —su voz suena ronca y desgastada, como si todas las noches, gritara hasta quedarse sin voz—. ¡Tráelo de vuelta! ¡Encuéntralo, tráelo aquí!

    —Sabes que no puedo hacer eso. —la joven quiere abrazarlo, pero sabe que no es adecuado, así que se inclina y deja la pequeña bolsa con la comida favorita de Hua cheng en el suelo antes de erguirse—. Quisiera más que nadie poder hacerlo, pero no puedo, no puedo.

    Hua cheng se derrumba en el suelo como una casa de naipes con un soplido, como un muñeco al que le han cortado sus hilos invisibles. Qingxuan permanece de pie, respetando su dolor en silencio, Hua cheng no llora, porque sus lágrimas se han secado como ríos de sangre en sus mejillas hundidas.

    —Lo siento, lo siento...

    —¡Lárgate, vete! —grita, lanzándole lo primero que encuentra, en realidad, no desea darle, porque ninguno de los objetos en realidad le tocan—. ¡Déjame solo con mi sufrimiento!

    —Hua cheng...

    —¡Quiero que te vayas, largo!

    Qingxuan le dio una última mirada, avergonzada de no haber podido hacer más por ayudarlo, la verdad, era que Hua cheng hace mucho que no quería ser ayudado, no importaba cuantas veces Qingxuan le trajera comida, intentara conversar con él o incitarlo a seguir con su vida después de la ruptura tan dolorosa que vivió con Xie lian, simplemente Hua cheng, no quería vivir.

    —Lo siento.

    Susurró sin voz, desapareciendo sin una segunda mirada, dejando a Hua cheng sufrir en su propia miseria.

𝖒𝖚𝖙𝖊 (𝖉) ━━ hualian [mini au] 📌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora