𝖒𝖚𝖙𝖊 (𝖉) ━━ hualian [mini au] 📌

xi.

𝖒𝖚𝖙𝖊 (𝖉) ━━ hualian [mini au] 📌
advertencia: contenido sensible

     Hua cheng conduce el auto con tranquilidad, a pesar de la palidez fantasmal de su piel, en realidad, la luz de la luna y las estrellas iluminan su expresión devastada como un hermoso cuadro. Xie lian está en el asiento del copiloto, pero sabe, que no puede ser visto. Finalmente, entendió, como fue todo desde un principio.

    El joven azabache se detiene en la carretera, el viento silbando a través de las ventanas abiertas. El motor aún está rugiendo cuando gira la llave y observa el paisaje con neutralidad, finalmente una chispa de sentimiento cruza sus orbes vacíos.

    —Para mí, este es el lugar más horrible del mundo, porque aquí te perdí, pero también es un lugar hermoso porque pueden verse las estrellas. —su rostro se inclina en su asiento, mirando hacia afuera con tristeza. Xie lian no puede ser escuchado, pero aquellas palabras mudas en su garganta, lo contenían todo—. Una vez me preguntaste después de hacer el amor, ¿qué haría yo de no estar tú a mi lado? Respondí con una promesa silenciosa, ¿qué es una vida terrenal sin ti, comparada con una vida eterna contigo en el más allá? Hoy, pienso cumplirlo.

    —No necesitas hacerlo, Hua cheng...—pidió con desesperación aun sabiendo que no podrá ser escuchado—. Aún hay una vida por delante para ti, sólo soy una estrella fugaz, habrán miles de Xie lian más en tu vida que podrás amar con facilidad, mi corazón estará tranquilo siempre y cuando seas feliz, aunque no sea conmigo. Por favor...no tienes que hacer eso, ¡no tienes que cumplir esa promesa!

    —Mi vida empieza contigo y termina contigo, Xie lian. Si estuvieras aquí, me dirías algo como: la vida sigue y este no será mi único amor, lo sé, te conozco, te conocía. Y es porque te conozco que sé que nunca nadie podría ocupar el lugar que ahora y siempre te pertenecerá, en mis momentos más oscuros fuiste mi linterna, ahora yo seré la tuya, incluso sino podemos encontrarnos en el otro lado, aún si vago una eternidad por encontrarte, lo haré, nunca te olvidaré, ¡nunca te olvidaré!

    —¡Hua cheng! —grita, un atisbo de esperanza en su corazón mientras las lágrimas de comprensión flotan en sus mejillas—. ¡Te encontraré, te encontraré! Juro esperarte...

     Hua cheng mueve la palanca de cambios con suavidad, el auto deslizándose hacia atrás hasta que la parte trasera rozó la ladera de la montaña en la carretera. La determinación en sus orbes oscuros era tan fuerte, que Xie lian se sintió temblar en su lugar. Su mano se deslizó sobre la adversa en la palanca de cambios pero aun así, sólo hubo frío.

    —Este acantilado nos separó, así que hoy, nos encontraremos una vez más. —su mano se extiende hacia el asiento del copiloto, donde abre la guantera y extrae una fotografía, la fotografía de los dos en el invierno anterior. Siendo felices. Los dedos largos de Hua cheng acarician su rostro sobre el cristal con adoración, Xie lian solloza al no poder ser él quien acaricia. Hua cheng lleva la fotografía a sus labios, donde besa su rostro por última vez.

    Xie lian observa cada pequeño movimiento con un dolor aterrador en su corazón, sin poder hacer nada, sin poder gritar, siendo una presencia muda. No quiere ver como la persona que más ama en el mundo se destroza a sí mismo para encontrarlo, para volverlo a ver.

    Hua cheng acelera el auto hasta que las llantas chirrían contra el asfalto ante la alta velocidad con la que va, las vallas que una vez estuvieron ahí y fueron rotas por su accidente ahora estaban destinadas a ser atravesadas por el amor de su vida en busca de él.

    Xie lian observó impotente, en cámara lenta, como el auto atravesaba el aire con un chasquido, su mirada vagó hacia el asiento del conductor donde Hua cheng ocultaba la fotografía de ambos en su pecho. Por un momento, ambas miradas se encuentran.

    —Te amo. —susurra sin voz, sabiendo que no será escuchado. Ni mucho menos visto.

    Una pequeña luz de comprensión gira en los orbes oscuros del menor, los cuales se llenan de lágrimas de felicidad, antes de apagarse totalmente.

    —Yo también. —susurró por última vez el joven azabache, antes de que todo a su alrededor, se convirtiera en oscuridad.