AMOR SIN FILTROS

Las cartas del destino

— Bienvenido Jimin, te estaba esperando —  una voz resonó por el lugar provocándole un escalofrío al rubio.

Las manos de Jimin se aferraron con fuerza a la silla, como si esta pudiera protegerle de su miedo. 

El rubio había escuchado muchas veces sobre los intermediarios, más nunca en su vida había visto uno en persona.

— Es muy bonito el logo de bienvenida, ¿verdad? — 

Jimin solo asintió con la cabeza, sin importar si el contrario podía verlo o no. 

— Aunque para mi gusto es muy… llamativo — explicó colocando la mano sobre el hombro del rubio. 

Jimin no se musitó ante el contacto, pero tampoco tenía intención de mirar aún al hombre portador de muy bonita voz. 

— Aunque a Nagini sí le agrada ¿Verdad Nagini? Vamos, ven a darle la bienvenida a nuestro amigo —

Jimin al principio estaba temeroso de que otra persona apareciera, más mayor fue su miedo al escuchar un siseo cerca de su odio. Su cuerpo se paralizó por unos segundos sintiendo un gran frío recorrerlo. 
La cabeza de una serpiente apareció frente a él, mirándolo con detalle como si estuviera a punto de atacar. 

— No seas grosera Nagini, dale espacio a la visita — 

La serpiente movió su cabeza de un lado a otro y después de volver a sisear comenzó alejarse del rostro del rubio.

— Y ya sé lo que estarás pensando, “Este se cree voldemort”, y déjame decirte que sí, pero fue incontrolable no pensar en aquella saga cuando vi a mi nagini nacer de mí. Tú entenderás, sueños frustrados de un fan. — Jimin solo volvió a asentir con la cabeza, sintiendo al contrario darse la vuelta para después darle una pequeña palmada en el hombro.

— Entonces Jimin, ¿en busca de quién vienes? —

Jimin soltó un suspiro y un pequeño dolor se posó en su corazón. Aún después de tanto tiempo no se acostumbraba a aquellos pinchazos de realidad.

Entre tambaleos y aún con un poco de mareos, Jimin se levantó de su asiento y giró su cuerpo, teniendo por fin una vista completa del lugar donde se encontraba; Aquella habitación tenía las paredes laterales llenas de flores distintas, pero la pared del fondo era de color negra completamente. En el lugar había pocas cosas pero todas muy peculiares: Una mesa redonda la cual constaba de 6 divisiones de círculos y la cual se encontraba casi pegada a la pared negra pero bien centrada. Del lado derecho se encontraba una mesa cuadrada, la cual si veías detalladamente podrías notar que se trataba de un laberinto tallado en madera. Del lado izquierdo una repisa con 3 objetos encapsulados en cajas de cristal, pero había uno que llamaba más la atención, el micrófono, ya que el cristal de la caja estaba roto.

— ¿Entonces? — la voz del hombre llamó la atención del rubio, el cual dejó de examinar el lugar para ahora examinar al hombre frente a él. 

— ¿Cuál es el nombre de tu persona? — preguntó mientras oprimía el círculo que se encontraba justo en el centro de la mesa redonda.

Jimin solo se quedó observando al hombre de traje color negro con blanco, el cual se movía con fluidez a pesar de tener a su serpiente arrastrándose por cada extremidad de su cuerpo.

— Te pregunto por el nombre de la persona por la cual estás aquí — explico el pelinegro al notar la desorientación del rubio.

— ¿Y por qué estás seguro de que es por alguien por lo que estoy aquí y no por algo o por curiosidad? — 

— El dolor de la pérdida, la desesperación y el vacío desborda por tus ojos y por todo tu ser. Estoy familiarizado con ella, la conozco muy bien — contestó el pelinegro mientras tomaba unas cartas que habían salido del centro de la mesa.