❝Para escapar de su casa llena de abusos, Taehyung no encuentra otra opción más que casarse con un alfa que acababa de conocer, dejándose marca.
Ahora, esa marca que sólo era un ardor punzante, poco a poco se convertía en un calor abrazador.❞
▪️ Koo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
TW: ABUSO FÍSICO Y SEXUAL, VOMITO. Una vez dicho ésto, es completamente decisión del lector si seguir leyendo o saltarse este capítulo para evitar leer todos estos temas.
De todos modos, si no quieren saltárselo todo, dejaré avisos para que sepan dónde comienza la trama fuerte y donde comienza.
Gracias por la compresión.
Y aquí comienza todo lo fuerte. . . .
No sabía cómo empezar. Taehyung antes de haberle pedido a Jungkook que pasara habló con el doctor Park, sobre eso. Un trauma que su cerebro quiso esconder muchas veces hasta hacerlo pasar como un recuerdo borroso donde no recordaba nada, veía borroso y se negaba a querer recordarlo, Taehyung asintió repetidas veces, limpiando sus lágrimas, y suspiró.
Vio al rubio.
—Yo... Yo quiero que Jungkook esté ésta sesión, quiero que escuche y que esté conmigo, ¿se puede? —Jimin asintió, viendo cómo el pelinegro sólo se quedó en el pequeño sillón, rascando su propia uña.
Exhaló pesado, después de escuchar todo lo que le hacía ese hijo de perra al menor, y vio al castaño, sorprendiéndose de no verlo ordenando las revistas que estaban desordenadas en la mesa del centro. Pero de todos modos las estaba viendo fija, como resistiéndose. Carraspeó.
—Sabes que la terapia doble cuesta más —el gesto que le hizo el castaño, el que siempre le hacía cuando le daba a conocer que ya lo sabía o que estaba informado sobre ello. Lo dejó pasar, viendo cómo Taehyung lo sentaba a su lado, buscando su mano.
Se sentó frente a ellos, no en su escritorio como siempre, sino, en el sillón que estaba aparte.
Vio al pelinegro, pidiendo permiso para hablar.— ¿Quieres que le diga yo?
Negó, tragando saliva, sosteniendo la mano del castaño más fuerte. Jimin agradeció que éste no tuviera ningún ceño fruncido, sino, un rostro suave que miraba de forma atenta a su omega, uno neutro que rozaba a lo comprensivo. Escuchó al omega volver a respirar.
—Las primeras semanas que vivimos juntos, ¿Nunca te llegaste a preguntar por qué tenía todas esas cicatrices que tú misma curaste, con una crema, por qué me cubría cuando ocurría algún accidente frente a ti, o por qué me tensaba cuando me tocabas? —asintió— ¿Po-por qué nunca preguntaste?
—Bu-bueno... porque quería esperar a que tú quisieras contarme, como ahora... —ver la sonrisa del pelinegro, pero una triste. Se cubrió ese rostro, comenzando a sollozar, haciendo a su alfa acariciar su espalda, tragando saliva.