Me llamo Lucy, he pasado toda mi vida en un orfanato porque mis padres murieron el día en que yo nací, mi madre murió en el parto y mi padre en un accidente de coche cuando se dirigía hacia el hospital. A veces pienso que nunca debí haber nacido, que todo fue por mi culpa. Me encantaría haber conocido a mis padres, que me hubieran visto crecer, haber dado mis primeros pasos junto a ellos.
Aunque tengo a alguien a quién considero casi como a esa madre que nunca tuve. Marisol, ella es una cuidadora del orfanato a la que conozco desde que tengo uso de razón, siempre ha sido muy cariñosa conmigo, aunque hoy es el final, me ire del orfanato, y tendré que empezar de cero, tendré que despedirme de ella y de mi mejor amiga y dejar atrás el orfanato. Ellas son lo único que voy a extrañar de este lugar, bueno y también el pastel de carne que hacen aquí.
Me dispuse a bajar por las escaleras cuando alguien me llamó.
-¡Lucy!-gritó alguien con la voz cansada y respirando agitadamente-
-Ana, que haces aquí, iba a bajar a despedirme de todos, no me iba a ir sin avisarte, tranquila.-Ana es mi mejor amiga, con la que comparto todo desde que llegó cuando tenía 5 años-.
-No es eso. Estaba detras de la puerta de la cocina y he oido a Marisol hablando de algo muy importante.-me respondió algo nerviosa-
-A ver, relajate, respira y cuentame que es lo que has oido.
-Es algo sobre tí, Mari le decía a la cocinera que quería decirte la verdad, que te tenía mucho cariño y que no podría vivir sabiendo que no te lo había contado.
-¿La verdad sobre que?
-No lo sé, no pude oirlo.
-Hablaré con ella.
-¡No! No puedes decirla que yo casualmente espiaba detrás de la puerta.
-¿Entonces que hago?
-Creo que ella te lo iba a contar, tu solo espera.
-No puedo esperar, hoy es mi último día en el orfanato. ¿Y si no me lo dice? Voy a decir que era yo quien estaba tras la puerta, pero que no lo hice aposta, iba a la cocina y casualmente hoy habar sobre mi.
Ana me miró con los ojos llorosos y la cara llena de tristeza.
-¡Eh! Tranquila no le voy a decir nada de ti -le aseguré con mucha calma- eres mi mejor amiga, sabes que yo nunca te traicionaría.
-Eso ya lo se, es que no quiero que te vayas. Tengo miedo de no volverte a ver, de perder el contacto. Además aún me falta un año para irme de aquí -ella me abrazó y ambas nos echamos a llorar-.
-Te prometo que te escribiré siempre que pueda y el día que salgas del orfanato vendré a recogerte. ¿Que te parece?
-Genial. Bajemos, tienes que despedirte y también tienes que hablar con Mari. ¿Sabes? Tengo curiosidad por saber que es eso tan importante.
-Mira que eres cotilla eh Ana -bromeé y ambas reimos-. La verdad es que yo también estoy impaciente por saberlo.
Ambas bajamos las escaleras triste y lentamente. Una vez abajo comencé a despedirme de todo el mundo, en el orfanato eramos todo chicas, no eramos muchas así que casi todas nos llevabamos muy bien. Busqué a Marisol con la mirada, cuando al fin la localicé me acerqué a ella.
-Lucy, mi pequeña Lucy -este momento tenía que llegar, peri nunca pense que tan rápido. Parece que fue ayer mismo cuando eras un bebé y te ví por primera vez. Te echaremos mucho de menos.
-Y yo, además ahora tengo que dejar atras todo y empezar de nuevo. Buscar trabajo, piso...¿Cómo haré todo eso yo sola?
-Lo lograrás, no te preocupes, eres una chica lista.-noté cierta angustia en su mirada.
-Yo...quería preguntarte algo, antes os escuche hablar a ti y a la cocinera sobre algo importante que me tenías que decir.
-Ah...eso, si claro, pero lo habamos luego en privado, -su cara palideció- primero disfruta de la tarta que te hemos preparado por tu 18 cumpleaños.
-¡Tarta! -exclamé restandole importancia a lo que Mari tenía que contarme-.
Me olvidé del tema, quería pasarlo bien mi último día en el orfanato, el día de mi cumpleaños, no todos los días se cumplen 18.