Capítulo 1

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Rain

Esta es la primera vez que viajo en tren. Cada árbol y cada casa que dejo atrás me acerca más al final del recorrido. Una parte de mí se alegra de estar un paso más lejos del alcance de mi padre, pero la otra parte de mi mente extraña el hogar que ya había formado. A veces no entiendo por qué la gente se empeña en mantenerme alejada, como si yo fuera algún tipo de enfermedad de la cual no pueden deshacerse.

Apenas unas horas antes estaba tomando un tren desde la estación de Bruselas hacia Dinant, la ciudad que probablemente se convertirá en mi nuevo hogar. La verdad es que me aterra pensar en lo que me estará esperando allí. Nadie me recibirá con los brazos abiertos o con una sonrisa acogedora. Yo estaré igual que un pez en medio del océano. Perdida.

Despego perezosamente mi frente del cristal al sentir mi móvil vibrando dentro de mi bolsillo. Lo saco y leo el mensaje.

Buen viaje, preciosa. Ya te estamos echando de menos.

Sonrío y mi corazón se hincha de amor por el mensaje de Viviane.

Viviane es mi madrastra. Ella es una mujer muy dulce y simpática, y es por eso que casi la considero mi amiga. Aunque estuvimos viviendo juntas solo por un par de meses, me asombró la fuerte conexión que formé con ella y con su hijo Luc.

Sin embargo, durante aquellos meses no pude conocer a mi padre, solo sabía que su nombre era Nolan. Viviane trató de hacerme entender que él era un hombre de negocios y que muy pocas veces estaba en casa. Sin embargo, saber que era un empresario millonario me hizo enfadar. ¿Por qué nunca me llamó tras la muerte de Daisy para que me fuera a vivir con él? ¿Por qué no se molestó en comprobar cómo me encontraba viviendo en Segovia? ¿Por qué no ha hecho el esfuerzo de acercarse a mí?

Aún sigo enojada con él, aunque técnicamente él no me ha hecho nada. De hecho, debería estar agradecida de que me haya sacado del sofocante piso de Segovia. Pero eso no basta. Yo necesito las respuestas a mis preguntas y sé que él es el único que me las puede dar.

Mientras se anuncia que faltan un par de minutos para llegar a Dinant, le envío una fotografía a Viviane para que vea lo verde que es este lugar. De seguro sonreirá cuando vea mi mensaje.

El tren se detiene haciendo sonar los frenos y todos los pasajeros van bajando lentamente. Decido esperar a que todos bajen para no tocarlos y así no conocer sus pasados por medio de mis extrañas visiones. Claro que también existe la opción de simplemente salir y hacer caso omiso a las imágenes que proyecta mi mente, pero el problema es que las visiones me agotan. Es como si cada visión me quitara una parte de mi energía. Me cansan, y por eso casi siempre tengo que estar pendiente de los movimientos de todo lo que me rodea.

Aprieto con fuerza el asa de mi bolso justo antes de bajar el tren, como si así pudiera infundirme valor. También miro hacia todos los lados, con el objetivo de impedir que alguien me choque. Con pasos vacilantes, comienzo a caminar a través de la estación en busca de la salida.

De pronto, algo me hace detenerme en seco. Una mano desconocida se cierra en torno a mi brazo.

La risa perdida de un bebé.

Una mujer se despide de su esposo y le entrega su bebé.

Gotas de lluvia estrellándose contra los vidrios del coche.

La carretera oscura siendo testigo de cómo el coche cae por un barranco.

Gritos, y la risa perdida del bebé se entremezcla con el llanto de su madre.

La visión ocurre tan rápido y es tan profunda que al principio no sé dónde estoy. Bajo la mirada hacia mi brazo.

–Se te cayó esto, linda –la mujer de la visión esboza una triste sonrisa. En su mano tiene la flor que me había puesto en mi cabello. La observo detenidamente, tratando de imaginar cómo lleva la muerte de su hijo y de su esposo.

Donde nace la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora