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Una lágrima se deslizó por la mejilla de Sora cuando él cerró la puerta. Y ella se marchó a su dormitorio. Se quedó apoyada en la puerta, tratando de controlar sus emociones.

Él se había excitado tanto como ella. Lo presentía. Y lo peor era que podría haberla hecho suya y ella no lo habría detenido.
Entonces, ¿por qué no lo había hecho?
Sora cerró los ojos en un esfuerzo involuntario de detener las lágrimas silenciosas que se deslizaban por sus mejillas.

Daba igual lo que hubiera pasado. El deseo entre ellos era tan primitivo y salvaje como lo había sido entonces.

Se quedó inmóvil. Hasta que por fin pudo quitarse la ropa y acostarse.

Pero no pudo dormir. Se quedó mirando el techo, deseando dormirse.

El sol apenas se anunciaba cuando subieron al jet privado de Yesung y luego despegaron.

No había nubes. El cielo estaba claro, y nada empañaba el paisaje.

En dos horas llegarían al aeropuerto de Coolangatta, donde lo esperaría un coche
alquilado con un chofer, servicio del que dispondrían todo el día. Sora tenía el itinerario de las propiedades en su maletín.
Y lo que primaba era la eficiencia profesional. No tenía que mezclarse nada más, se dijo.

«Seguro», pensó. ¿A quién quería engañar después de una noche en blanco en que la
habían asaltado las más variadas imágenes eróticas con Yesung?

Apenas había dormido. Y cuando se había despertado, se había encontrado agotada
emocionalmente.

La ducha y su primer café no habían hecho mucho por que se sintiera mejor.
Había elegido ropa cómoda para el viaje, un traje de pantalón y chaqueta y zapatos no
demasiado altos.

El jet de Yesung era muy lujoso, y el piloto y la azafata muy amables.

Alysha, que era la azafata, no se había sorprendido de tener a Sora a bordo, y la había saludado con su habitual simpatía.

Yesung había comido durante el desayuno, pero ella apenas había probado la comida.

Además, él parecía haber dormido bien.

–¿Más café? –le ofreció Yesung.

Sora agitó la cabeza. Estaba muy nerviosa. Si tomaba más cafeína, estaría peor.

¿Se daría cuenta Sora de lo frágil que parecía?, se preguntó Yesung.

Él deseaba levantarla en brazos, y abrazarla fuertemente. Pero Sora se resistiría, y él no
quería retroceder en lo que había avanzado con ella.

La paciencia era importante. Él no quería algo momentáneo. Quería algo duradero.
Sora sacó unos papeles de su maletín y trató de concentrarse en el trabajo. Era difícil,
cuando estaba tan pendiente del hombre que tenía cerca.

Todo un día en su compañía se le haría insoportable... Y por enésima vez maldijo al destino por ser tan cruel con ella.

El descenso a Coolangatta fue antes de lo esperado. Fue un descenso suave, y en poco tiempo pasaron la inspección de seguridad y fueron al encuentro del coche y el chofer.

Terranora Heights estaba primero en la lista. La propiedad estaba situada en un alto, con maravillosas vistas hacia el norte, el sur, y el este. No era exactamente campo abierto, pero la casa era espaciosa y estaba diseñada con gusto.

Luego fueron a Hedges Avenue, Mermaid Beach. El edificio tenía tres plantas, y un
garaje en el subsuelo. Era una casa perfecta.

Luego vieron un ático en Main Beach, con su piscina y su gimnasio, suelos de mármol...
Apartamentos de lujo, evidentemente.

MARIDO INFIEL ▪Yesung Super Junior▪ ⒸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora