Capítulo 1

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Era un día soleado, hacía la temperatura perfecta, ni mucho frío ni mucho calor; todo apuntaba a que los astros se habían alineado para que todo saliera bien. Aunque estaba claro que Emma no pensaba lo mismo. Sobre todo, teniéndose que despertar a las 7 de la mañana después de dos meses de verano. Sus ojeras se veían a kilómetros, y sus ojos marrones no mostraban ni una pizca de felicidad.

-Lo único que no entiendo es por qué tenemos que ir hoy si es el primer día, van a ser explicaciones que no le importan a nadie. Además, ya lo puedo mirar todo en la página de la universidad. -Dijo casi gritando para que se la escuchara, ya que usaba el modo altavoz mientras se vestía de muy mala gana. -Es nuestro tercer año Laura, ya sabemos lo innecesario que es el día de hoy.

-Si no te digo que sea importante, pero después tenemos que ir preguntando cuándo son los exámenes o trabajos, solo por faltar el primer día. Además, piensa que la mayoría de los profesores no hacen la clase completa.

-Sí bueno, esa es tu opinión, en el cuatri pasado la mitad nos tuvieron las dos horas escuchando. -Cogió una camiseta granate bastante ajustada, y se la metió por dentro de los pantalones negros que llevaba. Probablemente debería empezar a llevar otro tipo de ropa ya que siempre llevaba los mismos pantalones negros anchos, pero desde que los encontró casi siempre se los ponía, eran demasiado cómodos. Se peinó su pelo teñido de rojo, prácticamente del mismo color que su camiseta, y siguió quejándose con su mejor amiga Laura.

-Bueno, ¿te paso a buscar o no? -Emma rodó los ojos y suspiró.

-Sí, pero ¿podemos ir a comer luego? Estoy deprimida. -Se escuchó una risa por parte de Laura de fondo, y sin decir nada más colgaron. Emma decidió pintarse los labios también de rojo, al fin y al cabo, era el primer día, ella misma sabía que seguramente en una semana lo único que iba a llevar a clase eran sudaderas y si se peinaba para ir sería un milagro.

Se miró en el espejo colgado junto a la puerta de su habitación. No era un cuarto realmente grande. En general el piso en el que vivía era bastante pequeño, pero no podía pedir mucho más. Llevaba desde los quince viviendo sola, cuando murieron sus padres en un accidente de coche, y tuvo que mudarse a Barcelona con sus tíos. No solo fue el impacto de pasar de un sitio pequeño como era Menorca a una ciudad grande, sino que la convivencia con sus tíos... no salió demasiado bien. Siempre fueron los que más ignoraron a la familia, o lo que quedaba de ella. Sus abuelos por parte de padre eran como si no existieran, ni siquiera los llegó a conocer. Y los de su madre murieron cuando ella era pequeña. Así que sí, le tocó vivir con las dos únicas personas que preferirían hacer un trato con una chica de quince años y que viviera sola sin que nadie lo supiera, a preocuparse un mínimo por ella.

Así que sí, vivía en un piso en el que la cocina y baño estaban en la misma habitación, pero no se podía quejar, realmente sus tíos podrían haberla mandado a la mierda a la que cumpliera 18 -que, para ser honestos, era lo que Emma esperaba que hicieran- pero decidieron pagarle la universidad siempre y cuando no suspendiera nada, para no tener que dar más dinero del debido. Aunque también es muy probable que decidieran pagársela porque la carrera de historia es de las más baratas de la facultad. Aun así, no podía quejarse.

Se ató las botas negras que usaba habitualmente, a no ser que le diera pereza y simplemente se pusiera sus deportivas blancas, que tenía desde los 16 años, pero que se negaba a tirar, por muy viejas que estuvieran. Se bebió un café todo lo rápido que pudo, ya que tenía que salir de casa en cinco minutos si no quería hacer esperar a Laura.

A medida que iba bajando las escaleras de su edificio se iba arrepintiendo de haber dicho que sí que iría a clase, realmente le daba mucha pereza y sabía lo irrelevante que era ir hoy. Aun así, al ver a Laura en la entrada aparcada en doble fila mientras la esperaba, no pudo evitar sonreír, aunque solo fuera un poco. Tenía mucha suerte de haberla encontrado poco después de haberse mudado a Barcelona, o de que se hicieran amigas, aunque en ese momento Emma fuera inaguantable, creyéndose diferente, odiando a los demás y alejándose de todo el mundo.

Obviamente la muerte de tus padres es algo que a cualquier persona le afectaría, y no tenía intención de hacer muchos amigos; aun así, en cierto modo fue inevitable llegar a tener esa relación con Laura, ella era todo aquello que necesitaba en ese momento. Y siguió siendo así todos los años del instituto, y por suerte, las dos quisieron estudiar lo mismo en la misma universidad, así que seguir siendo amigas fue realmente sencillo.

No había día en el que no pensara que a lo mejor elegir esa carrera fue una mala decisión, que no valía para ello, que le aburría. Tenía mil pensamientos distintos a diario, y muchas veces quería abandonarlo todo y hacer otra cosa, pero ver a Laura esperándola, saber que estarían juntas en clase, ese día, el siguiente, y cada semana; en cierta forma hacía que todo valiera la pena. Se subió al coche y se dieron un abrazo antes de que Laura arrancara.

- ¿Qué asignatura crees que nos gustará más? - Dijo Laura mientras ponían música de fondo.

-Ah, ¿estás asumiendo que nos va a gustar alguna? – Laura se rio.

- Que sí, al menos una sí. Tampoco parecen muy complicadas las de este cuatri.

- No sé, yo miré la guía docente de medieval y hay que hacer un trabajo largo.

- ¿Solas o en pareja? – Contestó Laura mientras miraba de reojo a Emma, intentando no quitar su vista de la carretera.

- Ni idea, pero sé que es un 40% de la nota y que es largo.

- Bueno, vamos a pensar en positivo, al menos tenemos esa nota asegurada y no nos lo jugamos todo en un examen final. -Emma hizo un gesto de que estaba de acuerdo, pero sin estar del todo convencida, y subieron el volumen de la música para cantar hasta llegar a la universidad. Lo bueno es que ambas escuchaban casi lo mismo, por lo que tenían una lista de reproducción en común y siempre la ponían.

Al cabo de 20 minutos llegaron a su facultad y aparcaron lo más cerca posible, no iban a caminar de más a lo tonto. Salieron del coche prácticamente a la vez, y Laura cogió su chaqueta que estaba en los asientos de detrás. Llevaba una falda corta roja y un top blanco, y aunque fuera septiembre y estuvieran a 25 grados, ella siempre llevaba su chaqueta corta vaquera, no fueran a bajar 15 grados de golpe.

Ese día se pasó relativamente rápido para ambas. Tenían un horario bastante decente ese año, cada día de 10 a 14h, sinceramente no se podían quejar. Además, por suerte para Emma, Laura tenía razón y los profesores solo introdujeron la asignatura – aunque algunas introducciones duraran más de una hora - pero así podían tomar un café entre una clase y otra. Ese día acabaron a la 13h, y como hablaron por la mañana, se fueron a comer a su japonés favorito y pidieron lo de siempre.

- ¿Qué te han parecido? -Dijo Laura antes de darle un sorbo a la cerveza que se estaba tomando mientras esperaban la comida.

- Bueno, contemporánea tiene pinta de que va a estar bien, creo que un poco difícil, pero al menos es interesante. El trabajo de medieval... por cómo lo ha pintado, tengo miedo.

- Ya, encima creo que nunca hemos hecho un trabajo así, no sé. Al final estoy acostumbrada a sacar la información de artículos o libros de la biblioteca, pero que sea un trabajo de cosas locales y tengamos que ir a los sitios, no sé qué esperarme.

- Es que es eso, que supongo que igual es más interesante hacerlo así, pero también creo que será exigente. Encima me ha estresado ya, que llevamos un día y le tenemos que dar un borrador en tres semanas, lo veo super precipitado si no sabemos ni el tema. -Dijo Emma mientras sonreía a la camarera que se acercaba con su comida. Ambas le dieron las gracias y empezaron a comer obviando el tema de la universidad y comentando cualquier otra banalidad que tuvieran en la mente. 

La casa del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora