Estaba tirada en la cama, leyendo un libro al que llevo enganchada hace días, y me llega un mensaje. Mensaje que no pude llegar a creer y no supe si contestar o no. Cada vez que veía ese nombre aparecer en mi pantalla me ponía roja. Pero no ese rojo típico de cuando te gusta alguien, no, rojo de una ira que no podía controlar. Era de Gabriel, ese que me falló después de tanto tiempo siendo mejores amigos, y en ocasiones, sintiendo algo más.
Salí de casa en dirección a donde me había indicado. Cuando me encontré con la estampa comencé a temblar. Creí que me lo dijo en broma, pero cuando me di cuenta que no me estaba mintiendo tuve que recapacitar. No pude retener las lágrimas. Tuve que aguantarme todos los insultos posibles para no pegarle una torta en toda la cara. Mi perro había muerto por su culpa. No lo aguanto. Sólo había confiado en él para que me cuidara al perro dos malditas horas porque no había nadie a quien pedirle ese favor.
Pero bueno, aquí estoy, mirando al suelo porque si lo observo a la cara quedaba irreconocible... Me fui corriendo de ese lugar, no quería estar allí. Llegué a casa y abrí la puerta, otra vez en mi cama. De tanto llorar quedé rendida en los brazos de Morfeo.
De desperté con los ojos pegados, no sabía el tiempo que llevaba dormida. Miré el teléfono y eran las ocho de la tarde, tiempo que aprovecharía para hacer deberes. Me llega otro mensaje. Me relajé al saber que era Raquel la que estaba al otro lado del aparato electrónico. Me preguntó si quería ir a dormir a su casa, y sin muchas ganas, acepté.
El plan de los deberes fue todo un fracaso. Directa a casa de mi amiga...
Llegué, y como de costumbre, me dió un susto. Entré en su habitación, dejé mis cosas en el perchero, me puse el pijama y decidí que la mejor idea era mirar en el teléfono ropa que necesitaba comprar...
Raquel miró asombrada.
- Es impresionante que vengas a casa de tu mejor amiga y te pongas a mirar una página de ropa- Dijo. Sinceramente quería estar tranquila, pero tenía razón... No podía estar en su casa sin hacerla caso.- Vamos, no soy tonta, Aitana, se que te pasa algo y lo descubriré.
Rompí a llorar.
- Es el imbécil de Marcos. - Dije con un hipo terrible. - Ha matado a mi perro.
Raquel se quedó espectante.
Antes de que se pusiera a gritar como una loca, continué.
– No lo mató adrede, pero no estuvo pendiente de él, y... Pues eso.
–No lo puedo creer. Además recurriste a la última persona que querías y te falla.
En fin... Me tranquilicé, y abracé a mi amiga. En verdad la quería como una hermana, aunque a veces pareciera lo contrario por nuestras diferencias.
Estuvimos hablando un rato y después me quedé dormida, se notaba en mí mi cansancio.
Al rato, me desperté sobresaltada. Cogí un libro y me puse a leer.
El libro se llamaba "procuro olvidarte". Me acordé de mi perro. El perro que quise con toda mi alma, desde que tenía dos años.
Leí cuatro páginas, y apagué la luz. No dormí más, pero estuve tranquila.
Ojalá esto no haya sido nada más que una pesadilla...Holaaa!!! Este es el primer capítulo de mi primer libro. Espero que os guste!!!
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En tus ojos
Teen FictionAitana y Raquel son amigas, pero tienen algún que otro enfrentamiento que terminará haciendo bella en su amistad...