Bienvenidos a la sección de los relatos de nuestros autores ganadores.
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Escuchaba el ruido de los caballos galopar desde afuera. El sonido me relajaba de este oscuro y desolado camino.
Después de viajar arduamente por cinco días, Erilc consiguió este decrépito carruaje de un misterioso y sospechoso hombrecillo barbudo.
Ahora estaba afuera controlando el vehículo mientras yo trataba de descansar. Pero era imposible.
El interior olía a cerveza, los asientos eran duros y los traqueteos por el movimiento me lastimaban. No era como los carruajes del Castillo.
_"El Castillo"_ No me puedo quejar. No tengo derecho. Erilc me rescató de ese infierno hecho con oro y me dió la confianza para reclamar la libertad. Ahora está atrapado conmigo en este juego de ratón dónde éramos cazados por el Rey.
¿Debo sentirme culpable? No lo sé. Sólo quiero que este viaje acabe.
El viaje acabó súbitamente. El carruaje dió un freno violento que casi hace que el carruaje se voltee, me sujeté fuertemente con el corazón palpitando rápidamente. Los caballos relichaban asustados. _Nos encontraron_
Me asomé por la ventana pero no pude apreciar nada, todo estaba oscuro. De repente la puerta se abre y puedo ver el rostro de una de las personas que más odiaba en mi vida.
_—Princesa—_ Susurró con su odiosa voz el hombre con el que me iba a casar _—Por favor tenga la molestia de bajar de este vejestorio—_
Lo miré con odio, me bajé lentamente y cuando estuve frente a él le escupí. El me respondió con una cachetada, pero ya no me dolían. Ya no sentía nada.
En la negrura aprecié montones de guardias rodeando el lugar. No había lugar para escapar.
Y me congelé, porque hay estaba el hombre responsable de mi vida, que permitió cada uno de mis maltratos, el responsable que no sonriera, que no me enamorara, que no sintiera.
Mi padre
Y a sus pies inmóvil el chico que me ayudó.
_—No debiste escapar hija—_ Me habló y alzó su espada hacia mi.
