Capítulo 3

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Ella enfurruñada corrió a su habitación huyendo de aquella situación dejándome así,junto a la señora Edwards

-Incompetente...-susurró ella entre dientes pensando que no la había oído

-Yo no decidí que ustedes me adoptaran- dije con voz alta y firme

Ella salió de la sala dando fuertes y ruidosos pasos como si hubiera un caballo dentro de la casa.

Era cierto,ella lo sabía, yo no pedí ser adoptado y desde el primer momento mostré indiferencia

Solo seguía en aquella casa por ella Emma, la alegría en aquella vida tan jodidamente horrible desencadenada por la muerte de mi madre. Aún seguía recordando la satisfacción de clavar un cristal en la tierna y bonita carne de Madeline, un sentimiento tan sumamente placentero al nivel mental, la sensación de desestres cuando aquel trozo rasgó la piel de la zona del cuello, cuando lo saqué ensangrentado, algo no placentero fueron sus gritos ahogados y sus caras de pavor, si pudiera no haberlas visto u oído...pero eso se podía solucionar en futuras ocasiones...

Siguiendo los sucesos de aquel día cenamos en silencio. Y poco después el señor Bruce llegó a la vivienda demandando un plato de comida. La señora Edwards con pocas ganas de cocinar y toda la maldad que puede caber en una señora de 1'73 de altura me mandó a mi a cocinar para su marido, mientras ella se sentaba a ver la televisión con el subnormal de su marido. Entré en pánico al ver como toda la despensa estaba vacía a excepción de 4 tomates y un par de filetes de lomo casi podridos. Mierda, mierda y mas mierda, el tiempo pasaba mientras yo cortaba minuciosamente los tomates para hacerlos ver algo apetecibles, mientras las laminas de lomo rancio se freían entre casi medio litro de aceite de oliva virgen extra. Un grito con una voz estúpidamente grave resonó en mi cabeza

-Niño, donde coño está mi comida, han pasado 20 minutos desde que estás ahí- maldecí mentalmente. Mientras esa ola de ansiedad pasaba por mi cuerpo haciendo que la piel se erizara cual erizo

-Ya va señor Edwards, solo queda ponerlo en el plato- le devolví el grito con frustración

Miré la sartén y la tabla donde estaban los tomates. Puse todo en el plato menos roñoso, lo último que quería era fregar los platos. Le puse algo de sal recordando las palabras del hombre días antes "como no le añadas sal a esta mierda te juro que te corto los huevos" respiré hondo y con serenidad agarré la botella de agua de la nevera, cerré esta y caminé al salón para entregárselo al señor. Lo odiaba, lo odio, joder, lo detesto. El hombre agarró el plato con desdén y la botella de igual manera, y sin dar siguiera las gracias y con un gesto de odio profundo de odio en su rostro me mandó a mi habitación. Subí las escaleras escuchando los crujidos de la madera vieja bajo mis pies. Escuché unos pequeños pasos en un intento estrepitosamente fallido de silencio , seguidos de una risa infantil, que me hizo sonreír

-James!- Susurró alegremente Emma a mi lado justo en la puerta de su habitación

Me giré con una ligera sonrisa plasmada en mi rostro. Emma ya tenía el pijama puesto y una coleta baja y suelta, lista para dormir

-¿Que pasa pequeña?¿no deberías estar durmiendo?- le dije cruzando los brazos con un gesto de falso enfado

-Es que me puso triste que tu no pudieras tener un regalo de cumple y que mama te obligara a hacerle la comida a papa, además ya soy mayorcita para irme a dormir a la hora que yo quiera, ¿no?

-Emma, no te preocupes por eso, a mi no me importa no tener regalo, no me importa hacerle la cena al estúpido de tu padre, pero si me importa que mañana vas a estar cansada y no vas a poder pasar mi día especial conmigo- le dije soltando los brazos con serenidad

Mi pequeña se acercó con los brazos abiertos y me abrazó con cariño, mi corazón se llenó de luz, y recordé a mi madre, el sentimiento de que alguien me quisiera tanto como yo a esa persona inundó mi mente y una lágrima traviesa se deslizó por mi mejilla. Limpié rápidamente la lagrima y coloqué mi barbilla sobre su cabeza abrazándola también

-Te quiero James-Susurró la pequeña en mi pecho y no pude retener mas las lagrimas. Lloré. Lloré silenciosamente en el pasillo de la planta de arriba, abrazado a aquel ser de luz en la penumbra de la noche, no me separé, no quería hacerlo, pero era tarde, y mi niña debía dormir.

Me separé y con la excusa de la hora cada uno se fue a su habitación. Dí unos pasos hasta aquella habitación semi bacía, entré cerrando con suavidad para evitar otra bronca. Odiaba la noche, me aterrorizaba la oscuridad, odiaba la soledad, me sentía solo antes de conocer a Emma, y me atemorizaba la idea de que me separaran de ella, por eso obedecía a los señores Edwards. cerré la puerta y me senté en el duro colchón pegando mi espada en el cabecero. Puse mis manos sobre mi cara y me rompí, lo solté todo, me deshidraté con el llanto, pero no quería que llegara el 27 de mayo, mi primer cumpleaños sin mi madre. Despúes de llorar entre recuerdos y voces imaginarias me dormí hecho bola sobre mí mismo.

Como cada mañana los padres de Emma salieron de casa para trabajar. Poco después de su salida la pequeña azabache entró a mi habitación saltando sobre mi

-JAMES FELIZ CUMPLEAÑOS- dijo seguido de una risa, solté un gemido de dolor entre risas

-GRACIAS PEQUE- le respondí dandole un abrazo

Nos levantamos para ir a desayunar, nos esperaba un largo día...

Asesino casi perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora