De licantropía

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Fecha: 18 de febrero de 1954, hora: 23:34


- ¡Buen trabajo Mutto! Nos vemos mañana

Mutto asintió con la cabeza en un gesto firme frente al saludo de su compañero de trabajo que estaba a metros de su posición, tomó su maletín del piso con la mano derecha y se acomodó su chaleco para salir del depósito para caminar por el pasillo largo, caminó un par de metros hasta la salida donde unos hombres le despidieron con la mano al aire y él devolvió el saludo con un asentamiento de la cabeza también para comenzar a caminar por las calles desoladas del pueblo; a esta hora casi nadie debería estar andando, salvo algún que otro grupo de jóvenes adolescentes desprevenidos, vendedores de sustancias ilícitas o un ser mitológico como lo era él (pero él no tenía nada que temer sinceramente). No había luna nueva y sin embargo se escuchaba aullar a los lobos a lo lejos, Mutto paró la oreja automáticamente mientras caminaba lentamente sobre la acera de la calle para distinguir los aullidos y fue gracias a eso que logró captar el aullido de algo que lo sacó de lugar; no era necesidad de hacerlo, no era su problema pero corrió por la calle apurado hasta llegar a un callejón donde observó a un grupo de hombres lobos pelear entre ellos que claramente no estaban en su forma licántropa pero era inevitable no rastrear el olor de uno de los suyos y de entre todos ellos había la figura de una joven mujer loba. De contextura delgada, cabellos plateados largos, solo eso podía observar en la penumbra mientras la veía pelear incesantemente para que no se le subieran encima; Mutto podría haber ignorado todo eso e irse lentamente sin decir nada ya que parecía no ser un problema suyo, sin embargo sentía que no podía dejar a una pobre hembra en un momento así, tal vez en el fondo le recordaba los dichos de su madre sobre la tormentosa vida de una mujer loba fuera de los clanes que no tenían seguridad garantizada, además que de seguro había entrado en celo y los hombres la vieron tan desprotegida que intentarían algo con ella, debía hacer algo o su conciencia no le dejaría en paz.
Bajó su maletín al piso, se sacó su saco para dejarlo sobre el maletín tomándose su tiempo para hacerlo y silbó un momento para llamar la atención de todos que dejaron de hacer cualquier cosa que estuvieran haciendo para observar a la figura negra gigante que se presentaba ante ellos en la entrada del callejón, un par soltaron unas risas, uno se adelantó al grupo con una sonrisa sádica que mostraba ya sus colmillos en pos de pelear en cualquier momento para agrandarse frente al grupo.

- Vete de aquí viejo, esto no te compete. - pronunció ese hombre lobo que se veía tenía una gran herida en el brazo a la vista luego de que sus mangas estuvieran rasgadas.
- Dejen a la chica en paz. - dijo importándole poco y nada lo que había dicho el anterior y eso solo lo hizo cabrear por haberlo ignorado por eso fue que se acercó a Mutto velozmente para ir directamente a morderle pues había abierto la boca enormemente, Mutto lo observó y con tan solo estirar su brazo hacia él logró cazarlo del cuello con fuerza con la mano, lo observó sin nada más que pensar para estamparlo contra él piso con tal poder que el grupo restante se quedaron pasmados y estáticos mirando la escena sin saber qué hacer. - No tengo tiempo para pelear.

Era verdad, no tenía ganas de pelear, debió pensarla bien cuando decidió meterse en esto pero era tarde ya porque toda esa manada de hombres lobos se le vino encima en un abrir y cerrar de ojos que no tuvo de otra que pelear contra ellos en su forma humana puesto que ni tenía pensado en desperdiciar fuerzas al transformarse, de por sí su fuerza humana era de envidiar entre sus congéneres. Su sorpresa fue grande cuando la chica también se metió a la pelea pero para ayudarle, mordiendo y pegando por doquier, solían morderle también pero apenas y si emitía algún sonido de dolor que lo dejaba descolocado, ¿Como podía una chica pelear así de salvaje sin importarle que la lastimaran?.

Todo cambió cuando uno de los hombres lobos que estaba buscando algo de aire para seguir peleando observó como del brazo izquierdo de Mutto, donde estaba su manga arremangada hasta los codos, sobresalía un tatuaje que pertenecía a la familia Mutto, una familia de hombres lobos de antaño que iban eliminando a diestra y siniestra otros hombres lobos haciéndose con el control del territorio en cuestión; el hombre trastabilló hasta caer al suelo, su compañero lo levantó enseguida observando el estado de shock de su compañero que señalaba hacia Mutto con su dedo índice muy asustado y luego... Su compañero dio aviso de quien era el intruso al resto de la manada, no era cualquier intruso después de todo y viéndose atrapados decidieron correr por sus vidas, no querían morir en ese momento y a manos de uno de los Mutto sería muy deshonroso aunque en el fondo temían quedar humillados que era aún peor todavía si perdían. Pronto se quedaron solos en ese callejón semi oscuro, la mujer y el hombre lobo, ella tirada en el piso de cemento, tocándose el hombro izquierdo con su mano derecha y bajando la vista pues no quería que nadie viera su rostro, en especial sus ojos que eran muy característicos y sus marcas a los costados de su boca, Mutto se acercó a ella para estirar su mano con la intención de ayudarla a ponerse de pie y aunque al principio se mostró reacia a tomar su mano terminó por aceptar su ayuda; se limpió sus ropas sacudiendolas con sus manos y acomodó su tapabocas para mirar hacia otro lado muy molesta, aunque tuviera ese tapabocas se podía notarlo por sus ojos.

- Es muy de noche para que estés sola, más estando en celo. - la reprendió Mutto para observar un poco mejor a la mujer, se veía delicada y por sus ropas podría deducir que venía de algún lugar con dinero o al menos que lo haya robado, quien sabe.
- ¿Quién mierda dices que está en celo? - preguntó con una voz bastante varonil que hizo que Mutto cambiará su rostro estoico de golpe a uno de sorpresa por un segundo tratando de analizar la situación, sin embargo este muchacho de apariencia andrógina siguió hablando - Si quieres que te dé las gracias por salvarme, esta bien, gracias. Ahora vete.
- Lamento la equivocación, debí ser más precavido. - respondió Mutto llevando su mano derecha hacia su corto cabello marrón por la nuca y rascárselo, esto era muy incómodo. - De cualquier forma, no busques que te confundan con una chica.
- Me da igual eso, aunque lo fuera no me tendrían que molestar, son lobos alzados. - contraatacó molesto para observar como el más grande se iba hasta su maletín y lo tomaba despacio al igual que su saco.
- Tienes razón, aun así muchos no lo ven de esa forma. - dijo para ir hacia la salida de ese callejón no sin antes despedirse del muchacho como solía hacerlo con todo el mundo asintiendo con la cabeza una vez.

Crónicas de seres mitológicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora