Harmony recordaba a la perfección la sensación que sintió aquel primer baile como debutante en la sociedad londinense, recordaba los nervios, la ansiedad y sobre todo la felicidad que le causaba aquel tan esperado día. Toda su vida la habían preparado para eso, el gran debut de una jovencita, después de todo, no era cualquier cosa.
Desde pequeña se había perfeccionado en varios instrumentos, como flauta, piano e incluso arpa. Aunque su fuerte sin dudarlo era el piano, podía componer hermosas melodías en tan solo un día, si andaba con mucha inspiración. Su madre le había dicho que eso atraería caballeros. Además, leía mucho, sobre todo historia y geografía, siempre había soñado con salir del país, aunque solo fueran sueños, ya que para una señorita en esa época no era muy bien visto viajar sola, y aunque lograra casarse, muchos caballeros realizaban solos sus viajes de negocios, dejando solas a sus esposas en casa al cuidado de los hijos.
Su amiga Florence había sido presentaba el año anterior y un sinfín de caballeros se habían desvivido por cortejarla e impresionarla. Obviamente Harm no era tonta, sabía que su belleza no era como la de su amiga, pero guardaba las esperanzas de que algún que otro caballero la invitara a bailar al menos.
Pero que equivocada estuvo, pensó a la hora de haber entrado en aquel lugar, los pocos caballeros decentes, por supuesto dejando de lado a los de más de cincuenta años, que la invitaron a bailar, no fueron más de dos y tampoco se molestaron en presentarse en su casa al día siguiente con intenciones de cortejarla.
Fue bastante triste ver a su madre con decepción en el rostro, porque para ser sincera a ella no le había molestado tanto en sí, el único caballero que le había llamado la atención no la había invitado a bailar, de hecho, ni siquiera le había dedicado una mirada. Según le había dicho su amiga el hombre era el futuro duque de Windsor y un maldito engreído.
Y ahí se encontraba, tres años después, observando como Grace, su doncella, terminaba de alistar su peinado para ir a la apertura de lo que sería su tercera temporada. El año anterior había creído que tal vez tendría alguna oportunidad, pero en esta no tanto.
La idea de ser una solterona se había instalado en ella, no le desagradaba demasiado, si lo pensaba mejor, podría ser una ventaja. Sería una mujer independiente, que podría viajar por el mundo y tal vez viviendo de su música. Claro que sería rechazada por la sociedad londinense, pero cada vez eso le importaba menos.
Su padre le había pedido que por favor buscara un esposo, ya que odiaría verla sola el día en el que él y su madre ya no se encontraran con ella. Y pensaba hacerlo para cumplir el deseo de lord Evans, si era necesario invitaría a bailar a aquel hombre que había robado su corazón hace años, bueno tal vez su corazón era mucho decir, ya que la única vez que habían cruzado palabra había sido el año anterior en la semana de campo de la señora Holland, y fue porque ella lo había chocado sin darse cuenta haciéndole derramar un poco de su bebida, logrando que él soltara una maldición y se marchara, luego de que ella se disculpara. Así que tal vez no debería contar como un intercambio de palabras.
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Una sinfonía perfecta © TL #2
HistoryczneSaga: Temporada en Londres, libro #2 Harmony Evans única hija de los vizcondes de Hereford, nunca ha sido popular entre los caballeros de Londres. A punto de cumplir sus veintiún años y encontrándose en una tercera temporada social, Harmony demostr...