Capitulo 2

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Una gran tigresa de pelaje negro con rayas doradas corría por los extensos montes lista para atrapar a la hembra que tanto deseaba, a la que había estado observado durante tantos meses desde que empezó la caza de hembras

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Una gran tigresa de pelaje negro con rayas doradas corría por los extensos montes lista para atrapar a la hembra que tanto deseaba, a la que había estado observado durante tantos meses desde que empezó la caza de hembras

El primer error de su pequeña tigresa fue salir después de la hora estipulada. Había demasiados machos rodeando esta parecía no darse cuenta, aun así, Kim estaba lista para enfrentarse a todo aquel que quiera quitarle lo que le pertenecía

La pequeña tigresa caminaba entre el monte intentando ocultarse de todos esos machos que querían llevársela y preñarla. En su mandíbula llevaba un sucio peluche de gatito que tanto amaba y que había olvidado por accidente

—Maldita Irene, si no fuera por ti estaría en mi cueva devorando mi cena—reprochó escondiéndose en una roca.

Jennie miro a su tigresa esconderse y salió rugiendo anunciando que había encontrado a su hembra, los demás machos también rugieron y salieron de su escondite comenzando a pelearse entre ellos.

Jennie corrió hasta la tigresa cuando esta comenzó a huir por la zona más poblada de la jungla. Otros dos machos la siguieron y tuvo que pelear contra a ellos antes de seguir su rumbo

Estos dos cayeron al suelo asustados huyendo del lugar cuando Kim mostró sus grandes colmillos. Su tamaño más grande asustó a sus demás oponentes y tubo camino libre para ir por su hembra. Los demás Tigres que ya tenían su manada salieron para ver quién sería el próximo macho en formar su manada y todo rugieron alentándo su dominio.

Jennie corría detrás de la tigresa pisándole las patas, Kim rugió fuerte y claro lanzándose a la hembra haciendo caer

Lisa chillo e intentó pararse, pero el peso ajeno la detuvo, los colmillos mordieron su cuello intacto removiéndose en su lugar siendo caso perdido

Jennie se alineó en la entrada de la tigresa y se adentró en una sola estocada. Lisa chillo removiendo ante el doloroso movimiento

—¡Duele!, ¡para!—lisa imploro—por favor—la pequeña tigresa dejó de moverse sintiendo que la otra también dejó de hacerlo—por favor, salte, duele mucho—

—¡Eres mi hembra!—jennie volvió adentrarse en las paredes apretadas de la tigresa—¡Vamos, dímelo¡—

—Lo diré si me sueltas—contraataca la más pequeña—solo salte, por favor—rogó—

Jennie se retiró sin soltar su cuello haciéndolo preso para que no se escapara

—Vamos Dilo—exigió

—Soy tu hembra.

Jennie rugió felizmente comenzando a caminar con la pequeña tigresa entre sus patas, Lisa caminaba a puras penas por el dolor en sus caderas, ardía y dolía en cada paso que nada

—Duele —susurro deteniéndose—¿A dónde me llevas?—pregunto acostándose—

—Te llevaré a nuestra cueva, ahí tendrás comida y un lugar cómodo para nuestros futuros cachorros—respondió

—Soy muy joven para tener cachorros, posiblemente solo te podría dar uno en el parto—respondió con obviedad

Jennie la miró con ternura antes de agarrarla por el lomo y comenzar a correr hasta llegar a una cueva muy grande, la colita de Lisa se arrastraba en la tierra haciendo que está se ensuciara y gruñera molesta

—Me estás ensuciando, mi piel es muy sensible y mi pelaje se pondrá duro y no estará sedoso—Se quejo removiéndose—¿Donde estamos? esto es muy grande ¿Seguro que no te has emparejado con otra hembra? esto es muy bueno.

Jennie gruñó disgustada, porque se menospreciaba

—Llevó desde principios de año observándote y solo estaba esperando a que alcanzarás tu adultez—respondió acostándose

—¿Enserió? ahora que—

El gran Tigre de pelaje negro se transformó en una chica morena de pelo castaño, alta y tonificado. Lisa la siguió por inercia, una chica de piel blanca y rulos dorados se sentó en el suelo.

La piel desnuda de cada una resplandecía a la luz de la luna. Jennie se acercó por instinto cargando a lisa hasta el pequeño lugar donde había una montaña de algodón que había cosechado meses antes.

—Más te vale que no me lastimes otra vez—esta reprochó—Eres algo bruta.

—Eres mi hembra—sus respiraciones se juntaron haciendo que Lisa tragara duro— estoy emocionada porque me des una numerosa camada. Una fuerte y sana camada de tigritos—

—Depende, si eres buena en él copulo te podré dar una linda camada—

—Sí... —sus manos viajaron a la cintura de la tigresa donde está gimió liberalmente—jennie... Jennie es mi nombre, apréndetelo—

—Bien jennie... Creo que es el momento exacto para formar una manada—

Las dos se perdieron en un beso profundo juntando sus manos y Lisa por instinto abrió sus piernas donde jennie se acomodó y junto sus cuerpos. La tigresa menor había creado suficiente lubricante para que la otra entrará sin mayor esfuerzo.

Las dos gimieron comenzando a mover sus cuerpos hasta que el orgasmo las abrazo tan fuerte que las dos gruñeron.

Antes de que el nudo se comenzara a formar, las dos cambiaron a sus peludos cuerpos y jennie se adentró en la tigresa, la cual se removió algo incómoda por el agarre en su cuello

Unas cuantas embestidas más y el nudo por fin las unió ambas. Lisa trató de acomodarse, pero jennie no se lo permitió y gruñó ofendida.

—Quiero acomodarme, mis patitas se están durmiendo—reprochó.

Jennie no respondió y siguió en la misma posición.

—Mímame por lo menos—sugirió, pero solo recibió un gruñido—No voy a irme de aquí—susurro de mala gana—Enserió, tu peso me está matando.

—Quédate quieta—Gruñó a punto de perder la paciencia—Hay tiempo para todo.

Lisa asintió no tan convencida, esperando a que el nudo se desinfle y cuando finalmente lo hizo estiró las patas y se sacudió de algunos algodones que se habían pegado a ella

—¡Mímame!—exigió escondiéndose en su pecho, restregándose y ronroneando, sintiendo las ligeras láminas en su cabecita—eso se siente bien jennie.

—Vamos, tienes que mantenerte fuerte.

Lisa festejo por la carne fresca frente de ella, pero sin abandonar el pecho de la tigresa más grande

Lisa parecía un bebé a la par de jennie y eso le gustaba, ahora estaba protegida y llenita de su pancita

Lisa parecía un bebé a la par de jennie y eso le gustaba, ahora estaba protegida y llenita de su pancita

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