Capitulo 4

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—Crees que aguantes—jennie preguntó sobando el hinchado vientre de su pareja—Estás a punto de cumplir los 98 días de gestación y quiero ver nacer a mis cachorros—esta dijo—¡lisa deja de comer! Por dios no

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—Crees que aguantes—jennie preguntó sobando el hinchado vientre de su pareja—Estás a punto de cumplir los 98 días de gestación y quiero ver nacer a mis cachorros—esta dijo—¡lisa deja de comer! Por dios no... —

—Estoy alimentando a tus cachorros—lisa dijo viendo a la tigresa de pelaje negro—Tienes que mimarme y cuidarme, no regañarme— dijo dirigiéndose a la tigresa mayor ronroneando cuando la lengua algo rasposa de su pareja le pasó por su vientre—Talvez nazcan hoy o mañana o talvez en una semana.

—Pero quiero estar cuando nazcan—reprochó mordiendo levemente el cuello de la pequeña—Que pasa si otro macho invade la cueva y se lleva a mis cachorros, ¡y si te lleva a ti!—

—Jennie, te aseguro que no dejaría que eso pasara y nunca dejaría que se llevarán a nuestros cachorros—trato de tranquilizarla—Eres y serás mi único macho, el único que dejaré que me monte—Lisa se apoyó en su pecho escuchando los cálidos latidos tranquilizante Nini—

—Me amas solo ami—pregunto dudando—Solo a mí, no tendrías cachorros con alguien más—

—Solo tuyos, Nini—

—Bien, entonces saldré y cazaré para lo que resta del invierno—Lisa asintió y jennie lamió la cabeza de la tigresa menor—No me tardó y no salgas por ningún motivo—

Lisa asintió

Jennie salió apresurada y Lisa se aproximó hasta su cama de algodón donde se acomodó y chillo por las dolorosas contracciones que habían comenzado hace algunas horas, ya que no quiso alarmar a jennie porque faltaba comida y la nieve taparía todo completamente.

Ninguna de las dos podría salir a cazar por las próximas semanas y todavía faltaba demasiada comida por almacenar

La época de frío se adelantó y agarro a todos desprevenidos, los machos comenzaron a cazar y cortar leña para sobrevivir las semanas más duras del invierno

Lisa apretaba con sus garras el algodón cuando las contracciones se volvieron más fuertes y más constantes, para su mala suerte, un macho soltero se adentró a su cueva buscando alimento

Lisa rugió intentando ahuyentar al Tigre que intentaba llevarse su comida, y quien sabe, talvez quería algo más.

—Donde está tu macho—preguntó acercándose—Si no se encuentra tengo derecho a llevarte conmigo—sonrió con burla—Además, no hay cachorros de por medio, puedo reclamarte como mi propiedad—

Otra contracción aún más dolorosa se presentó y lisa chillo intentando respirar profundo

—Estás entrando en mi territorio, en el territorio de un Kim—habló con desdén, logrando intimidar al Tigre—el único Tigre de pelaje negro y rallas doradas, el Tigre más grande de estas tierras—

—No se encuentra, puedo llevarte conmigo si lo deseo—se tiró a atacarla.

La tigresa rodó por todo el suelo y el macho aprovecho esto para sujetarla del cuello y llevársela.

la caza de las hembrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora