Capitulo 3

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La pequeña tigresa se removió en el algodón blanquecino mientras que jennie todavía seguía dormida a su lado, sus patas rodeaban su cuerpo y su cuello todavía seguía preso por la tigresa de pelo negro

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La pequeña tigresa se removió en el algodón blanquecino mientras que jennie todavía seguía dormida a su lado, sus patas rodeaban su cuerpo y su cuello todavía seguía preso por la tigresa de pelo negro.

Lisa se estiró escuchando el crujido en su columna y se sacudió botando todo rastro del algodón que se le había pegado. El estómago de la tigresa gruñó por la falta de comida y se logró liberar del agarre de su macho.

Lisa salió de la cueva y se dispuso a buscar su peluche de gatito que había perdido en la noche anterior, le costaba caminar un poco por el dolor de sus caderas, ya que jennie había sido un poco territorial a la hora de aparearse, más de lo normal.

Siguió él resiente rastro de su olor y camino en cuatro patas viendo los distintos colores que se encontraban en el cielo, la refrescante brisa que corría por su peludo cuerpo y la tierra algo húmeda que manchaban sus patas.

Algunos machos rodeando el lugar y otros corrían con su pequeña manada, los cachorros caminando abajo de la hembra y el macho los protegía a un lado.

El rastro al fin había llegado a su fin y Lisa corrió por todo el lugar hasta encontrar al pequeño peluche que estaba enterrado en una pila de hojas secas.

Su emoción le ganó tanto que se quedó jugando con algunos cachorritos que se encontraban en el lugar, algunas hembras adolescentes y algunos machos sin malas Intenciones.

Su cuerpo se encontraba lleno de feromonas de cientos de tigres que no conocía y talvez... Solo talvez, olvidó que no debía salir de la cueva.

Ya que un fuerte gruñido sonó en lo profundo del bosque, justamente donde se encontraba la cueva de jennie, las pisadas y las ramas rompiéndose, alertó a los demás tigres y estos se fueron a refugiar en sus cuevas.

Lisa se apresuró y corrió todo lo que le permitieron sus cuatro patas hasta llegar a una roca de gran tamaño donde se transformó en humana y se hizo una bolita apretando su peluche

Tenía miedo. Si

Estaría en grandes problemas. Si

Valió la pena salir. Claro que si, su amado peluche tenía que estar con su dueña

Las grandes pisadas se acercaban lentamente hasta que se detuvieron por un momento y Lisa pensó que la había librado, pero dos manos la sujetarán de los hombros levantándola hasta quedar frente a frente

—Hueles a otros machos—reprochó con dureza, Lisa bajo la cabeza asustada—¡Sabes que no debes abandonar la cueva sin tu macho!—Esta dijo—¡Corre antes que te monte aquí mismo!— la menor se apresuró a transformarse y corrió con el peluche en la boca.

Jennie venía detrás de ella pisándole las patas hasta que resbaló accidentalmente haciéndole perder el equilibrio y rodar por todo la tierra mojada, pero no se detuvo y volvió a correr hasta llegar a la cueva donde se adentró lo más rápido posible, jennie llegó dos segundos después y la tomó del cuello obligándolo a doblegarse ante ella.

la caza de las hembrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora