Aphelios había rezado durante un par de horas, en la oscuridad de los lindes de la urbe. Se alejó de la civilización hacia el bosque en penumbras, allí hizo sus abluciones junto a un arroyo y cuando se sintió preparado sirvió la esencia de noctum en su plato ceremonial.
Su mano tembló levemente cuando acercó el borde de la piedra a sus labios. La sensación que seguía a beber el noctum era una de las más horribles que conociera. Esperó unos segundos, aún con el plato cerca de su cara y respiró profundamente. Una vez que reunió fuerzas se bebió todo el contenido de un trago apresurado. El ardor no tardó en llegar. El lunari soltó el recipiente de piedra, el veneno entraba caliente por su esófago como si hubiera bebido ácido. Se sujetó a los hierbajos de la tierra, arrancándolos en búsqueda de alivio. Después de unos segundos la sensación empeoraba convirtiéndose en un vértigo oscuro, que rasgaba en sus tejidos. Gimió con la garganta seca, peleando por tomar aire.
Cuando el dolor amainó, Aphelios pudo levantar la cabeza. Sentía los flujos del mundo espiritual rodeándolo, como si hubiera entrado a un río. Los árboles parecían sombras alargadas y la luna irradiaba un resplandor como el de una luciérnaga inmensa. El lunari tenía la sensación de que su cabeza flotaba igual que el humo. Entonces oyó una voz elevándose, una voz que conocía tanto como la suya.
—Hermano, estoy aquí.
"Alune" pensó él mientras se inclinaba sobre el pasto, agobiado. "No he encontrado todavía al aspecto de la luna"
Se preguntó si su melliza podía comprender del todo lo que intentaba comunicarle. Una vez que bebía el veneno su garganta se cerraba casi por completo, ella sólo podría presentir sus pensamientos a través del velo.
—Has vagado muchas noches por estas tierras, me doy cuenta. Nuestra gente te agradece. Pero no tienes que seguir caminando en estos sitios extraños. Hermano, hay buenas nuevas. Nuestro aspecto ha regresado a Targón.
El muchacho levantó la cara para mirar a la luna, anhelando poder ver la expresión en el rostro de su hermana. Sólo observaba la cara del astro, esto tendría que bastarle para sentirse cerca de su tribu.
—Sí, nuestra madre luna ha vuelto, es una mujer. Debes regresar hermano, la guerra sagrada empezará pronto, debes estar aquí para proteger a nuestro aspecto. Tu búsqueda terminó.
El lunari se postró con la cabeza contra la tierra, temblando; poseído por una emoción que no podía nombrar . Empezaba la guerra. Era un alivio y un horror. El término de la desesperante expectación y el inicio de lo que podría ser una catástrofe, incluso el fin de su estirpe.
...
A la mañana siguiente de que Aphelios recibió la revelación de su melliza vendió sus pulseras, vendió el collar de plata y toda posesión de valor a los usureros de Navori, pero ni de ésa manera pudo reunir los dracmas suficientes para pagarse el barco que cruzaría hasta su continente. El viaje al puerto sería largo por sí mismo y él estaba arruinado.
La única manera que pudo idear fue hacerse de dinero en las peleas clandestinas de la arena, donde ganaría mucho más que en cualquier otro tipo de labor.
Llevaba ya varias noches presentándose en las contiendas arregladas en la arena y había conseguido ganarlas sin sentirse en peligro. Los gladiadores eran resistentes pero no sabían de combate real y Aphelios había aprovechado su ventaja para llenarse los bolsillos de monedas.
Esperaba que ésta situación durara así por un tiempo más.
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El Lobo
FanfictionAphelios, guerrero de la tribu lunari queda varado en la provincia Joniana de Navori donde conoce al dueño de la arena más pujante de la ciudad: El mestizo Settrigh que nunca ha sido derrotado en combate y se obsesionará con el primer rival al que n...