Calcetines Sucios

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Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene situaciones de tema erótico y sexual, imágenes eróticas. Lenguaje ofensivo y vulgar.

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Capítulo IV: Calcetines Sucios

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Habían pasado 3 meses desde que Mabel había comenzado su entrenamiento con Bill, para convertirse en una asesina profesional

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Habían pasado 3 meses desde que Mabel había comenzado su entrenamiento con Bill, para convertirse en una asesina profesional.

Todos los días ellos se levantaban a las 5 en punto de la mañana. La castaña quien quería dormir un minuto más era despertada por los tirones de las manos del rubio, quitándole las cobijas y sabanas. Siendo picada con el palo de una escoba en su columna.

- Despierta mocosa – Menciono el rubio picándola con el palo.

- Cinco minutos más Bill. – Dijo ella perezosa y con los ojos pesados.

- Si no lo haces, te arrojare un balde de agua helada y te dejare dormir afuera en el pasillo.

Bill siempre cumplía con sus amenazas por lo que Mabel no quería tentar de nuevo su suerte. Se levantó de la cama y se tallo los ojos, colocándose los pantalones que encontró regados en el piso.

- Esa es mi ropa – Dijo el rubio levantando una ceja.

- Mm... - Murmuro adormilada.

- Quítate eso. - Bajándole los pantalones. – Te había traído la tuya, esto es mío.

- No me queda. – Se quejó. – Son muy grandes.

- Pues remédialos, ¿dijiste que eras buena cociendo? – Llevándose sus pantalones.

La chica solo quedo en sus short y su suéter que la cubría del frío, notando que la brisa que entro por la ventana había enfriado el cuarto.

- Date prisa hay que ejercitarnos.

- Eres cruel, como Cruella de Vil.

- ¿Ves que mato cachorritos y quiera hacerme un abrigo? – Dijo. – Mejor soy como ese otro villano tirano que dijiste.

- Adolf Hittler

- ¡Ese! – Con esa última respuesta, Bill mataba sus neuronas.

- Estúpido tuerto.

La castaña prosiguió a cambiarse quitándose el suéter verde que ya estaba más claro por las frecuentes lavadas, quedando con la musculosa negra y el short. Vio que su pecho había crecido más siendo dos montículos redondos y levemente voluminosos. Sus pezones estaban duros por el frío contacto del ambiente fresco.

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