Acuerdo

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Cuando Will levantó la cabeza la imponente mansión Lecter le pareció aún más aterradora que cuando el auto entraba por el camino empedrado, rodeada por casi dos kilómetros de jardines rebosantes de árboles frutales, arbustos floridos y fuentes.

Era una propiedad lujosa, no podía negarlo. De estilo Victoriano con hermosos techos de teja negra y paneles blancos de madera que cubrían sus tres pisos de altura. Sus tejados triangulares incluían una torrecita hexagonal que se unía a un hermoso pórtico que rodeaba la casa y descendía a la puerta principal de gruesa madera negra.

Aquella casa era mucho más lujosa de lo que él habría jamás soñado tener. Su familia no era rica, su padre rara vez tenía dinero de sobra, le había enseñado a todos sus hijos a pescar por si no había nada más que comer. Había esperado mucho de todos sus hijos, todos Alfas que abrieron exitosas tiendas de pesca o restaurantes y se fueron del hogar a vivir en casas como la que Will tiene enfrente ahora. Will sin embargo, el menor de los seis, había sido la máxima decepción de su padre y había representado más trabajo para él desde que nació omega. Aunque en algunas familias un hijo omega era una gran oportunidad, arreglar un matrimonio antes de los 15 años por una buena dote era una práctica lucrativa y común, el padre de Will sabía que nadie daría un centavo por su hijo. Un omega en su familia representaba una boca más que alimentar, una que no podría trabajar por su estatus y peor aún el esfuerzo de encerrarlo en el sótano bajo vigilancia, temeroso a que alguno de sus hermanos violara y marcara como suyo a Will desde que comenzó su celo a los 14 años.

Cuando logró irse de su casa, dejó atrás a un padre y hermanos furiosos, tanto que hasta la fecha no le dirigían la palabra. Mejor para él, pensaba mientras bajaba del auto de Jack y caminaban juntos rumbo a la casa. Jack Crawford era uno de sus pocos amigos, Will era aficionado a la psicología forense, se había pagado una carrera y ostentaba un título por puro adorno, ningún omega podría emplearse nunca en la policía o el F.B.I. Pero a Jack, a pesar de ser un Alfa, respetado jefe de departamento, Will le parecía encantador y brillante. Era uno de los pocos amigos de Will que no le odiaban luego de su matrimonio. Uno de sus pocos amigos verdaderos, y podía contarlos con una mano.

Así que cuando Jack le sugirió que conociera a su viejo amigo, un tal Hannibal Lecter, Will no pudo negarse. No opuso resistencia alguna en realidad. Will no podía trabajar en su campo, y no podía trabajar ni en una tienda de carretera porque un omega viviendo solo era una bomba de tiempo para cualquier Alfa que paseara por ahí. Will no tenía intención alguna de ser reclamado por cualquiera pero su única salida de vivir en la pobreza absoluta era, bueno, casarse de nuevo. No habían pasado ni 4 meses desde que había enviudado, pero el tiempo no es justo con los omega, y para Will, que estaba a un año de cumplir los treinta, el tiempo se agotaba. A pesar de su alta fertilidad tenía quizás unos diez, máximo 15 años antes de que su celo bajara y le fuera casi imposible engendrar, perdiendo eso. Bueno nadie quería un omega que ya no podía cumplir su única función en la sociedad.

Tocaron a la puerta y unos segundos después un hombre alto y de aspecto exótico la abrió para ellos. Cuando les sonrió y los invitó a pasar, compartiendo con Jack un efusivo saludo, Will se dio cuenta de quién era. Hannibal Lecter era europeo, aunque Will no podía definir muy bien de qué parte, probablemente Ucrania, Lituania o Dinamarca. Su acento era marcado a pesar de que su inglés era fluido y rico en vocabulario, sin duda era un hombre muy elocuente. Era alto, de piel tostada y ojos color miel, extrañamente crueles y solitarios. Su cabello entrecano estaba perfectamente peinado y su traje de 3 piezas estaba perfectamente coordinado y planchado, su casa reflejaba el mismo cuidado todo era caro, elegante y estaba en el lugar justo, como si esa casa hubiera surgido de la nada, tal y como está ahora.

—Hannibal, quiero presentarte a mi amigo, Will Graham.

— Es un placer William.

—Will está bien—. Dijo en voz baja, sin animarse a mirarlo a la cara. Hannibal era un Alfa, no tenía dudas, uno de sangre muy pura, con una presencia imponente y severa.

Manderley ( 2nda Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora