De no ser por ese incómodo encuentro los dos días libres de Hannibal habrían sido maravillosos. Desayuno en la cama, jugando con los niños, bañándose juntos durante la siesta y terminando más sucios de lo que habían entrado. Pero no. Habían decidido salir de compras. Hannibal se había calmado y estaban listos para preparar la habitación de Abigail, blanco y gris, con elefantes, gatos y princesas, Will no quería nada rosa pero tenía una imagen muy femenina en mente para Abbie, y Hannibal estaba de acuerdo. Comprarían sábanas, juguetes, cobertores. Llevarían a los niños a una guardería por ese día y disfrutarían una salida juntos, a solas. ¿Qué podría salir mal?
Will nunca había tenido dinero para gastar, no mucho en todo caso, así que para él salir de compras era un lujo al que no lograba acostumbrarse. Hannibal insistía en comprarle ropa costosa, relojes, libros, todo en lo que posara sus ojos, pero Will aún era algo reticente a aceptar tantas cosas. Sin embargo, a eso de las 2 de la tarde, Hannibal se las había arreglado para comprarle más cosas que a Abigail. Will meneó la cabeza frustrado, y un poco cansado, los tobillos le dolían y se sentía hambriento.
— ¿Estás bien?
—Hannibal, creo que es hora de irnos a casa.
—Pero sí no son ni las 3, Willi. Te sientes mal ¿es eso?
—Estoy un poco cansado... y tengo hambre—Hannibal le sonrió mientras se detenían en uno de los pasillos del centro comercial (Hannibal los despreciaba, pero Will se sentía mucho más cómodo comprando ahí), le quitó las bolsas de compras y le beso los labios.
—Escucha, iré a dejar esto al auto. Cuando regresé iremos a ese bonito restaurante francés del 4 piso.
— ¿Hay un cuarto piso?
—Sí cariño, lo hay—. Respondió Hannibal divertido. —Espérame aquí y comeremos algo, si después aún te sientes muy cansado nos iremos a casa ¿vale?
—Vale...—Cedió Will, sentándose en una banca cercana, resignado. —Pero date prisa, Hanni, en serio morimos de hambre.
—No sabrás que me fui—Y desapareció entre la multitud.
Will suspiro con una sonrisa en los labios, no tenían muchas oportunidades para salir juntos, mucho menos a solas. Entendía que Hannibal quisiera aprovecharlo al máximo, ambos amaban a sus hijos, pero pasar un rato viendo tiendas y teniendo conversaciones de adultos para variar era muy agradable aún con los tobillos hinchados y los pies adoloridos. Incluso con la faja de embarazo que Will usaba para ayudarlo a soportar el peso, a ratos tenía que sentarse y descansar. La banca de madera le pareció sumamente cómoda, y se relajó tanto que bajó la guardia. Una mujer mayor se sentó a su lado, probablemente igual de cansada que él, y comenzaron a charlar sobre cuántos meses tenía y sobre las náuseas matutinas. Ella le contaba sobre los remedios caseros, francamente desagradables, que tenían que tomar en sus días de juventud y Will dejó escapar una risa alegre que terminó por delatarlo. Cuando la señora se marchó, acompañada por un hombre idéntico a ella que debía ser su hijo, Hannibal aún no regresaba. Vio un par de elegantes zapatos de vestir acercarse y pensando que se trataba de su esposo levantó la vista, pero no era así. Se puso de pie de inmediato, con una expresión huraña y hostil extraña en un omega, mucho más en uno con casi 6 meses de gestación.
— ¿Will? Eres tú ¡No puede ser! ¡Ha pasado tanto tiempo! — El hombre era más alto y más grueso que Will, pero tenía su mismo cabello rizado y los ojos azules de su madre.
—Jonathan...
—Te ves increíble, casi no te reconocí.
—No te culpo, hace años que no me diriges la palabra—Su hermano parecía feliz de verlo, pero Will no compartía el sentimiento. Guardaba mucho rencor a su familia por su desprecio cuando decidió rechazar el matrimonio arreglado de su padre y conoció a Mathew. Jonathan era 2 años mayor que él, un exitoso abogado, habían sido cercanos, mejores amigos, pero al final lo había rechazado igual que el resto de su familia.
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Manderley ( 2nda Edición)
Mystery / ThrillerWill Graham es un Omega al que se le terminaron las opciones, Hannibal Lecter es un Alfa al que se le termina el tiempo. Juntos pueden obtener todo lo que han deseado, una vida cómoda, y una familia numerosa. Si tan sólo su nuevo esposo no guardara...