CAPITULO 14

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Siento mi celular vibrar en el bolsillo trasero de mi jean y lo saco, haciendo que el abrazo en el que estábamos Paloma y yo se deshiciera. A regañadientes veo la pantalla y aparece en ella el nombre de Martín. Debe de estar preocupado al verme salir como alma que lleva el diablo hace ya casi media hora, según el reloj de mi celular.

- Hola, Marto -mi voz suena más apagada de lo que espero.

- ¿Dónde están? Llevamos ratos esperando por ustedes fuera del Movistar -en su voz siento preocupación.

- Seguimos dentro... -Quisiera decir el verdadero estado de Paloma, pero tal vez no se sienta cómoda que les comparta esa información a mis amigos en este momento.

- Listo... ¿desean que entremos o prefieren que los dejemos solos? -escucho al fondo cuando Simón le dice que nos pregunte eso.

- Villa, porfa diles que nos vemos mañana en mi apartamento. Tengo una idea, pero hoy no tengo ganas de hablar. Solo quiero dormir y que este día acabe -Paloma susurra mientras nuevamente esconde su cara en el hueco de mi cuello- También diles que estoy agradecida con ellos por preocuparse.

Repito lo que mi novia me dice y quedo con los muchachos en enviarles la dirección del apartamento de Paloma por WhatsApp apenas pueda.

- Disculpe que los moleste, jóvenes, pero ya debemos cerrar el lugar -se nos acerca una de las personas de seguridad.

- Listo. Muchas gracias por avisarnos -le contesto con una sonrisa a medias y nos ponemos de pie para comenzar a caminar hacia el parqueadero del lugar.

Podría decir que cada vez que Paloma y yo vamos en un carro, siempre ha de estar pasando algo; y lastimosamente las últimas veces no han sido buenas cosas. Sinceramente quiero que eso cambie. No quiero que Paloma siga sintiéndose con agonía cada vez que deba salir a la calle por un hombre enfermo. Quiero que se sienta segura y feliz. Quiero poder darle todo eso.

Paloma, estás entrando a esa parte de mi alma a la que nadie más había entrado... que no sabía que existía...

Entrelazo nuestras manos y dejo un delicado beso en su muñeca, mientras mi mano izquierda sigue en el volante. Levanta su mirada y me regala una sonrisa algo menos triste.

- Gracias, por tanto -esta vez es ella quien besa mi muñeca y luego suelta nuestro agarre para poner mi mano en su mejilla.

- Por ti hago muchas cosas, novia mía -le sonrío y nuevamente me concentro en el camino.

- ¿Hacia dónde vamos? -pregunta al ver que pasamos un aviso que nos informa que salimos de la ciudad.

- A un lugar donde nadie te moleste y te sientas más tranquila -frunce su ceño y río- Déjate llevar.

- Eres una cajita de sorpresas, Villamil -ríe posa su mirada nuevamente en la carretera que tenemos por delante.

Después de más o menos hora y media de viaje, llegamos a la entrada del lugar que por la noche de hoy será nuestra casa. Mientras Paloma entró al baño a lavarse la cara en el Movistar, aproveché e hice una reserva en un lugar de glamping que había visto hace días en Instagram. Ojalá le guste y ojalá sea lo que aparece en el perfil.

Algo que debo destacar es el cielo en este lugar. Es una cosa de locos. Hay miles de estrellas que no se pueden ver fácilmente en la ciudad. El lugar transmite paz y se siente mucho silencio. Perfecto para que Paloma pueda descansar.

Me llevo una mano a la frente cuando me doy cuenta de que mi plan no estuvo estructurado al no pasar antes por algo de ropa o algún cepillo de dientes. Me excuso con Paloma y salgo corriendo hacia la recepción que dejamos minutos atrás. Gracias a Dios todavía hay alguien.

Hagámonos un favor - Juan Pablo Villamil - MORATDonde viven las historias. Descúbrelo ahora