⚪Cap•1

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-¿¡Rebeca, cuando regresarás a casa y dejaras de ser una mala hija!?

Era la sexta llamada de mi madre, y este era el sexto mensaje de voz que dejaba en mi contestadora.

Al menos, en este día.

Cómo me gustaría tener el valor de alzar ese auricular y con voz firme decirle que eso nunca pasará, jamás regresaré a esa casa. Su casa, con sus reglas y con su obsesión de controlar cada minuto de mi vida.

19 años

Ese es el tiempo que viví en esa jaula dorada llamada casa, con una cárcelera a la que llamaba madre.

Nunca pude tener amigos, ni pude ir a una fiesta o tuve novio.

Solo se me permitía estudiar, estudiar y estudiar. Y si por error mis calificaciones bajaban, aunque sea una décima era llevada al sótano de la casa donde el mayordomo me encerraba con llave a la espera de ser golpeada por mi madre.

Mi cuerpo, mente y alma estaban gobernados por esa mujer.

Y vaya que estaba atrapada, ella se había asegurado de que jamás podría irme de casa. Mi padre había muerto de manera muy repentina dejándonos una herencia que nos permitiría tener un nivel de vida acomodada durante lo que nos restara de existencia.

Muchos verían el lado bueno de la tragedia, había perdido a mi padre, pero no tendría más preocupaciones monetarias, pero yo solo veía todo esto como una broma macabra; No tendría que trabajar así que no necesitaba salir de la casa, los criados podrían ir por todo lo que necesitara, comida, ropa, zapatos, muebles, todo se podría pedir por línea, nunca tendría que salir, nunca.

Me estaba asfixiando, cada año que pasaba encerrada podía sentirme muriendo.

Estaba al borde de la locura.

Hasta que tuve edad para ir a la universidad, en secreto sin que mi madre sospechara mandé solicitudes a universidades de la ciudad de México. Al fin podía ver una pequeña luz, por una vez en mi vida me permitía soñar con ser libre, sin miedo, sin cadenas...sin mi madre.

Cuando llegó el correo de aceptación de una de las tantas universidades no lo pensé dos veces, empaque mis cosas, ahorros, joyas y escape en medio de la noche. No me importaba dónde o cómo viviría, lo único que importaba era que al fin era libre.

8 años han pasado desde que hui y jamás he pensado en regresar. Vendí mis pocas joyas y con mis ahorros pude rentar un pequeño cuarto. Encontré un trabajo en una cafetería con el que pagar lo que no cubría mi beca universitaria.

Cuando me gradué mi madre vino a verme, con la idea de que como ya había cumplido "mi capricho" de vivir sola un tiempo ahora podría regresar a casa.

-Rebeca, hija. No tienes por qué trabajar en esa carrera mal pagada que estudiaste. Anda regresa conmigo a casa. Yo cuidare de ti.

Cuando pronunció la última frase no pude evitar temblar de miedo, por qué sabía a qué se refería con cuidar de mí.

-Lo siento madre, pero no lo haré, esa casa ya no es la mía. Ahora tengo una vida aquí y aunque no lo aceptes, tú ya no eres parte de ella.
Está ave recupero las alas que tú habías arrancado.

Al escucharme decir eso mi madre dio vuelta hecha una furia no sin antes decirme que me arrepentiría y que más pronto que tarde iría a rogar su perdón.

¡Jamás volveré!, ahora soy una editora en una excelente empresa, tengo un libro publicado con excelentes reseñas y un gato que me ama. Mi vida no podría estar mejor, nada podría salir mal.

Oh, al menos, eso creía.

Pero que tonta fui, al pensar que podría ser feliz.

Una noche, solo una noche tomo para acabar con mis sueños.

Tal vez no cerré la puerta con llave, o quizás una ventana estaba abierta. Quizás, si hubiera contratado esa alarma que mi vecino me vendía hubiera despertado por el ruido estridente antes de que aquel hombre pudiera entrar a mi cuarto.

Y no estaría aquí temblando de miedo, con la mano de aquel hombre en mi boca impidiéndome gritar y pedir ayuda.

¡Dios, por favor, no quiero morir!

No puedo respirar, esa mano impide que pase el aire a mis pulmones, no quiero cerrar mis ojos, pero es inevitable, todo se vuelve oscuro. No tengo fuerza ya para resistirme, estoy muriendo.

La Perla del VillanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora