⚪Cap•2

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Tengo frío...

Mis dientes castañean tan duro que me lastiman la quijada.

Trato de cubrirme del viento helado que azota mi cuerpo, pero por más que trato de mover mis brazos estos no me responden. Están flexionados hacia arriba y mis manos unidas en una posición que pareciera estar rezando o suplicando perdón.

Trato sin éxito el separar mis manos, pero estan fuertemente bloqueadas que daban la impresión de estar pegadas con algún resistol.

Ahhh, hace tanto frio, y yo sin poder moverme...

¿Aunque ahora que lo pienso, cuando mueres es normal sentir frío no?

Por qué, para que intentar negarlo, lo más seguro es que ya estoy muerta y este lugar en dónde me encuentro es donde la muerte me ha traído.

Abro mis ojos que hasta este momento habían permanecido cerrados para poder ver dónde me encuentro, o al menos creo que lo hago ya que todo está en oscuridad.

¿¡Dónde rayos me encuentro!?

¿Es este el cielo?...

¿¡No puede ser...el infierno!?

No, no, no. Tal vez no he sido la mejor católica, pero no he cometido un pecado tan grande como para merecer el castigo eterno.

¡Diosito, dios, dioses o lo que sea!, ¡Por favor, alguien ayúdemeee!

—¿Quién está ahí? —Una voz profunda, aunque con un toque juvenil que jamás había escuchado antes me interrumpió de mis lamentos.

—¿Hola?, ¿Dios, eres tú?, no me lo puedo creer, ¡Estoy hablando con dios!

La emoción me invadió. No todos los días hablabas con una celebridad. Y nada menos que con el creador de todo. ¿Podre pedirle un autógrafo?

—Que ruidosa eres—Esta vez al hablar la voz misteriosa se escuchaba cansada y fastidiada, ya no parecía tan jovial como al principio.

¡Pero qué demonios!, quien lo diría, Dios es un anti-fans. Si no fuera porque tengo miedo de que me mate por segunda vez le diría que es un idiota.

—¿Disculpe?

—Muy bien, te disculpo, por ser impertinente con tus pensamientos. —Al escuchar esto un frio recorrió mi espalda. ¡Dios puede leer mis pensamientos!, y aún peor, ¡Dios escucho que le dije idiota! —Pero solo porque no todos los días encuentro magia en una pequeña humana. —Dijo esto último como si fuera un insulto ser un humano. Y yo a cada segundo que pasaba me desesperaba por no poder golpearlo y sacarle algo coherente. 

—Perdón señor Dios, pero creo que no estoy entendiendo nada, solo soy una chica común y corriente. —Dije, tratando de que mi voz se escuchara lo más tranquila posible. ¿Cree que tengo 5 años?, la magia no existe.

—Mmm, tal vez en tu mundo no existe, pero aquí es algo normal. Y tú cosita rara, tienes un aura de magia cubriéndote, aunque no muy grande.

Muy bien ahora si estaba segura de dos cosas. Uno, este loco no era dios, o al menos no el que yo conocía. Y dos...bueno de la dos no estaba muy segura, pero al menos sospechaba, que no estaba muerta.

—¿Usted no es Dios verdad?

—Podría decirse que sí y no. Yo, pequeña, soy el Dios de este mundo. —No podía verlo, pero estaba casi segura de que se estaba riendo de mí.

—Aunque no precisamente de "tu" mundo, y tú eres un error que no debería estar aquí. —Al escucharlo decir eso el miedo que de por sí ya me invadía se había hecho aún más fuerte. Algo malo iba a pasar.

—Eres una existencia prohibida que alguien autorizó sin mi consentimiento. Pero en este instante pondré fin, es una lástima ya que me da curiosidad por que hay magia en ti, pero las reglas son las reglas. No tengas miedo "Humana" esto no te dolerá...demasiado.

El miedo dio paso al horror.

En un instante mi cuerpo que hasta hace un momento estaba sin poder moverse empezó a temblar tan rápido que parecía estar vibrando, y una luz empezó a cubrirlo, parecía un cometa o mejor dicho una super nova.

Pero lo peor de todo fue el dolor, me estaba rompiendo. Mi cabeza estaba a punto de estallar y algo en mi pecho desgarraba mis pulmones intentando salir destruyendo todo a su paso.

Iba a morir, otra vez.

¡¡¡Alto, no, por favor!!!

¡Otra vez moriré y ni siquiera lo merezco!

Dolor,
Dolor...
y luego nada.

Aquel agonizante sufrimiento simplemente se detuvo. Estaba asustada y aliviada. Tenía terror de que esto solo fuera una pausa momentánea y que el verdadero suplicio llegara en cualquier segundo.

Quería gritarle al estúpido dios de este mundo que si me iba a matar lo hiciera de un solo golpe, que no jugará conmigo y que si esto se iba a terminar lo hiciera ya.

Pero ni siquiera pude gritarle nada, ya que en ese momento una nueva voz retumbó por todo el oscuro lugar donde me encontraba.

Pero ni siquiera pude gritarle nada, ya que en ese momento una nueva voz retumbó por todo el oscuro lugar donde me encontraba

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¡¡¡Peligro!!!
¡¡¡Peligro!!!

Acción no permitida, no se puede eliminar el error.

—Que interesante—La voz de aquel dios parecía genuinamente desconcertada—Al parecer no tengo el control de todo en mi propio mundo como pensaba.

La Perla del VillanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora