💌;!ꖛ⃯ 𝖊𝖕𝖎𝖑𝖔𝖌𝖚𝖊

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❝TE VI, Y TÚ NI SIQUIERA ESTABAS AQUÍ

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❝TE VI, Y TÚ NI SIQUIERA
ESTABAS AQUÍ. MUCHO
DESPUÉS DE QUE TE FUISTE,
TU LUZ ES VISIBLE.❞


































LA DUEÑA DE AQUEL pequeño cuaderno, no había escribido desde hace años, habían pasado demasiadas cosas, la muerte de Keisuke, habían vuelto apresar a Kazutora, la fundación de la Tokyo Manji, Manjiro tenia nuevos amigos al igual que Emma

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LA DUEÑA DE AQUEL pequeño cuaderno, no había escribido desde hace años, habían pasado demasiadas cosas, la muerte de Keisuke, habían vuelto apresar a Kazutora, la fundación de la Tokyo Manji, Manjiro tenia nuevos amigos al igual que Emma.

A comparación de la castaña, los Sano seguían su vida normal, en cambio esta no salía de la casa de sus padres, necesitaba huir, necesitaba ver a su amado, ella había dejado de escribir, su cabello era un desastre, unas bolsas de varios tonos mas bajos que el suyo decoraban el contorno de sus hinchados ojos, había perdido peso y sus pocos amigos le habían abandonado, su comunicación con los Sano había empeorado; toda su vida era un desastre.

Hasta que un día decidió salir un 22 de febrero, siendo el aniversario de los Black Dragons y seria un buen día para ver a la familia Sano en la tumba de su amado; decidió usar ropa cómoda pero que se notara que estaba bien después de su muerte. Unos leggings negros, una camiseta bastante holgada color beige, un abrigo café y una coleta de caballo le hacían ver bien, parecía como si estuviera trabajando y se alegro que eso aparente.

Mientras salía de la calle, los vecinos le miraban, pensaban que la joven se había suicidado, tomo el camino largo para así pasar por una florería, comprando unos adorables tulipanes blancos con su puntas azuladas, al llegar el olor de tierra mojada le alegro el día, después de comprarlas salió del puesto y agradeció, adoraba ese olor además de que el siempre se las compraba cuando era su cumpleaños o aniversarios. Mientras caminaba, su mirada subio al sentir una fuerte corriente de aire. Emma.

Emma estaba golpeada y aquella terrible ventisca eran los asesinos de la chica, las flores fueron directo al suelo y la castaña corrio auxiliar al rubio que estaba a un lado de ella.

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            Cartas de amor a un Muerto | Shinichiro SanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora