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Cuando cambiaron a Jiho de clase, ella solía sentarse hasta atrás. No creía poder hacer amigos ya que esa no era su fuerte, y la única persona con la que hablaba era con el chico que estaba a dos mesas; Lee Suhyeok.
Pero era obvio que no eran amigos, ya que él solo le hablaba cuando tenía alguna duda de algo, o a veces le compraba jugos de agradecimiento y se los daba.
A Jiho le parecía tierno.
La segunda persona con la que hablo fue una chica peliroja con la que se topo de camino a la escuela. Esta fue quien inició la conversación y después empezó a esperarla.
Al inicio, Jiho sintió que era molesta, (como todas las personas que le hablaban), pero con los días se fue acostumbrando, y cuando Nayeon la dejaba se sentía mal.
Claro, hasta llegar a la escuela y encontrarse con ella.
Así fue como empezó su amistad, un día Jiho decidió cambiar de lugar y se sentó junto a Nayeon, quién la recibió felizmente.
A diferencia de las demás personas, Nayeon le parecía agradable, y es que, cuando ella no quería hablar sobre su familia o sobre ella misma, Nayeon la entendía y cambiaba la conversación. O a veces, se sentía tan mal como para hablar, y Nayeon era quien se encargaba de eso.
Eran un 50/50, a Nayeon le gustaba hablar y tener una amiga, y a Jiho le gustaba no sentirse sola sin tener la obligación de formular palabra.
Después de un tiempo de haberse conocido, los padres de Nayeon se separaron y ella quedó viviendo con su mamá, quien trabajaba casi siempre para darle la mejor vida que pudiera.
Jiho sintió un deja vu, y por eso fue después ella quien siempre intentaba animarla.
Incluso le pidió permiso a su madre para salir varias veces junto a Nayeon, no quería que se sintiera sola.
Esas veces, ellas fueron de compras, a comer, a probarse ropa, al cine. Cosas de amigas, y ahí fue cuando Jiho se dió cuenta de lo especial que se había vuelto Nayeon.
Tal vez era mucho decir que era su mejor amiga para los tres meses que llevaban conociéndose, pero ella se sentía tan bien y tan querida con Nayeon, que no podía evitar pensarlo.
Claro, ella también se encargaba de hacerle recordar que tan especial era y lo importante que era en su vida. Porque claro, Jiho sin Nayeon, ya no podía ser Jiho.
-Oye Nana. -Jiho metió un rollo de sushi en su boca mientras la miraba, después de comerlo volvió a hablar. -¿Cuánta probabilidad hay de que le hables a ese chico y le pidas su número?
Jiho señalo con uno de los palillos a un grupo de chicos que estaban en una mesa no muy lejos de ellas, pero el de la orilla era guapo, oh bueno, era muy su tipo.
-¿Él? Noo, él va en nuestra clase. -Nayeon hizo cara de asco mientras era ahora ella quien comía.
