Umbrella_TH

Prólogo.

- ¡Vanessa! Deja de ser una inútil y baja en este preciso instante.

Mi día había comenzado algo pesado, ya que desperté con los gritos de mi madre. La única razón por la que la respetaba, era mi padre, él siempre me recordaba que su cambio de actitud se debía a la perdida de mi hermana, pero que aun así ella me quería. Yo lo dudaba mucho, ya que desde que ella se fue lo único que hacia era decía que era mi culpa y que debí pagar por su perdida.

- Nunca haces nada, eres una inútil – dijo, estaba enojada como siempre.

- ¿Qué necesitas madre? – trate de mantener la cordura.

- No me respondas así, necesito que hagas el desayuno, vendrán unas amigas – dijo con simpleza, como si fuera mi obligación.

En ese momento iba papá bajando las escaleras, al parecer no era la única que despertó por sus gritos.

- ¿Qué te ocurre Nala? ¿por qué le gritas así? – algo que siempre agradecía era que el siempre me defendía de ella. En realidad, el era el único de toda la familia que se preocupaba por mí, es por eso que era muy cercana a él.

Mi mare solo decidió ignorarlo y marcharse a su habitación a esperar para encontrarse con sus amigas. Por mi parte yo decidí hacerle el desayuno a mi padre. Desde que Jimin se fue, estar con él era lo único que me liberaba del estrés que me causaba mi madre.

- ¿Ya pensaste en lo que te dije? – dijo mi padre cuando nos sentamos en la mesa.

- Sabes que es lo que más quiero, pero no quiero dejarte solo con ella.

- Por mi no hay problema por estar con ella, a pesar de su cambio de actitud con nosotros yo la amo como el primer día – respondió con sinceridad – quiero que cumplas tus sueños, mi niña, no quiero que nosotros seamos un impedimento.

En ese momento se escucho un ruido en las escaleras, era mi madre, al parecer estaba espiándonos, porque cuando entro su cara era de total enojo. Por si no lo habían notado, mi madre era como mi hater numero uno y lo que menos quería era que estudiara la universidad ya que decía que solo debía esperar a encontrar un buen marido.

- Creo que ya había dejado muy claro que Vanessa no iría a esa universidad – dijo con odio – y menos si se ira con ese idiota que cree que puede vivir del baile.

Tampoco le agradaba Jimin.

En realidad, nada que estuviera relacionado conmigo y mi felicidad.

-Nala, ya te dije que yo dejare que ella haga lo que la haga feliz – dijo mientras tomaba mi mano sobre la mesa – es mi hija y quiero que cumpla sus sueños.

Esas fueron las palabras que desataron la pelea sobre mi "libertad" así me gustaba llamarlo, para no sentirme tan mal. En conclusión, mi madre se salió muy molesta con sus amigas y nos dejo solos. Mi padre dijo que comenzara a guardar mis cosas y que iría a cumplir mis sueños.

Y así comenzó todo.