Prologo

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—AZAEL—



Ella es mi enemigo.

Y el enemigo me obliga dudar de mi existencia. Soy un hombre muerto en esta guerra, lo supe tan pronto vi como la sed de venganza y orgullo bañaban sus pupilas. Asesiné a uno de sus hermano, lo estoy saboreando, la estoy atrapando.

Era solo una pálida e insignificante pelirroja y aquí me tenía, sentado en mi despacho analizando su próxima jugada, era tan predecible, tan dulce, estoy obsesionado y estoy en sus manos, sin embargo ansiaba ver hasta dónde llevaría su desenfrenada ira.

Jansen Walczak, mi padre era el jefe de la orden criminal polaca, hasta hace unas semanas. (W.P.O.L) el mas temido y cruel en la historia de la mafia y se le atribuye el honor a los (V.H.O.L) Los putos holandeses. Donde ella pertenecía y dejará de pertenecer; muy pronto.

—¡Azael! ¿Qué sucede? Te muestras despistado —interrumpió, las canas se le pronunciaban cada vez con frecuencia, resaltando los años de experiencia y ardua dedicación al bisnes. 

—Estoy aquí padre —contesté levantando la mirada, podían convocar todas las juntas del planeta y mis pasos seguirían siendo los mismos, cazarla a ella—. No voy atacar, nadie lo hará, ni siquiera tú, padre. E aquí la razón de mi calma —los miré con paciencia.

Con el tiempo se aprende de las debilidades y fallas de los demás. Esa tolerancia que había adoptado para mi favor, era de la misma que mi padre carecía, inclusive fue la razón de muchos resultados catastróficos, a veces enseñarle al enemigo lo contrario a lo que piensan es punto a favor, y yo odiaba perder. 

—¿De qué estás hablando? Nunca fuimos ni seremos los del bando débil.

—Jansen está en razón, tienes que contraatacar —el acento del ruso resaltó sobre la mesa. Hendrick Novikov.

Los (H.R.U.S) La organización criminal soviética, quienes se unieron en nuestras filas tan pronto la osadía de Maud Van Leeuwen, la postraron en la silla como su sucesora, por sobre cuatro de sus bastardos, aquel cambio de intereses desató una maraña de desacuerdos, traiciones y pactos que quedaron hecho polvos, tan solo por tratarse de una mujer. Se consideró un delito irrefutable, como algo sorprendente.

—¿Quien dice que no voy a jugar? —sonreí mientras observé a Tatsuki Nishimura, mi mano derecha, quien ya conocía mis planes. El único hasta el momento.

—¡Sono ansioso! —sonreí mientras el moreno aplaudía. Este imbécil y yo éramos muy parecido en cuanto a tácticas, yo era más apuesto y menos sanguinario, tampoco pretendía robarle tal esencia a mi padre.

(B.I.T.A) Orden criminal italiana, aliados aunque no de fiar. Massimo Bellini, se convirtió en el líder después de descuartizar a su padre, usurpando su puesto sin espera de sucesión; el viejo era débil y estas sillas no fueron creadas para tales, sin embargo, Bellini demostró cuan despiadado podía ser aún si de su sangre se tratase. Desde entonces Los BITA han sido una de las organizaciones más temidas, dejando muy atrás a los sicilianos.

Tuvo sus consecuencias.

La Supremacía se encargó de recordárselo por el resto de sus días.

—No has opinado nada Michael, eres muy callado, muy diferente al alcohólico de tu padre —Michael se removió incómodo en su lugar. Michael De La Cruz.

—Padre... —reprendí con una mirada, sabía como presionar las heridas sin cicatrizar en las personas.

El recuerdo de mi difunta madre corroboró.

Sin embargo, desvíe tales recuerdos. Recuerdos que me obligaban a no demostrarle su flanco débil a nadie... nunca.

—Aquí todos estamos de acuerdo con que Julián De La Cruz supo jugar sus cartas en su tiempo, pero ahora no es más que un borracho desquiciado hombre —continuó mientras se levantaba de su silla.

—Y con todo respeto señor Walczak no hay necesidad de que lo traiga en contexto, a nadie le interesa tal información —no había fallas en su lógica, mi padre solía ser inoportuno.

(D.R.E.P) Orden Criminal Dominicana; pensar que ahora son nuestros aliados gracias a la cercanía que una vez tuve con su difunta prima Pamela De La Cruz, era una hermosa trigueña, quien no supo manejar nuestro pacto, fue lo que hicimos al conocernos esa noche en Wonder tras copas, supe que la querría para mí, pero solo eso, encuentros nocturnos y en una de esas Tatsuki la encontró en su bañera, ya era demasiado tarde. No nos quedó más que dejar las diferencias y aliar nuestras organizaciones, cada uno le traería beneficio al otro, así ha sido.

—Dejémosla desquitarse, esto es más que agallas y bombardeos —añadí sereno—. Si matar a su hermanito resultó sacarla de su escondite y revelar lo que tanto escondían, se necesitará muy poco para doblegarlos.

—¿Qué demonios piensan hacer Azael? —preguntó Hendrick confuso, y su interrogación también atrajo la atención de los demás que se mantenían en silencio.

Reí—. Casarme con ella.

La risa del rubio como la de Bellini empaparon la estancia, consigo apaciguaron la tensión cortante que prontamente se había formado con mis palabras. Ella era mía sin distinción alguna.

—Interessante —añadió Bellini.

—No te atreverías —puntualizó mi padre con evidente disgusto—. No permitiré que cometas tal locura.

—No es una sugerencia Padre, es un hecho.

—Sobre mi cadaver —tomó su libreta que siempre lleva consigo y salió echo rabia del despacho.

—Te lo dije hermano, esta vez sí tengo la razón —añadió Tatsuki tomando el lugar de mi padre, guarda un respeto especial mientras mi padre está presente, aunque sabe que para mí es un igual.

—A mí me da lo mismo, mientras mantengas tu cuello conectado de tu cabeza todo estará bien —reí ante las palabras de Michael.

—Se que me amas a escondidas —soltamos unas que otras carcajadas.

—Mi pregunta es, ¿quién te garantiza que ella aceptará casarse contigo? —observé al rubio y el tatuaje que resaltaba a un lado de su cabeza calva.

—No le quedará de otra —miré el vaso de licor entre los dedos de Bellini—. Así que vayan preparándose, mis damas de honor.

Reímos al unísono.

—Con esto acabo de confirmar que estás completamente loco Walczak.

—Es posible.

Lo que te espera Ebelle Van Leeuwen.

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