—EBELLE—
—Acepto —la diversión resaltó en su mirada patética, mientras deseaba que toda esta falsa terminara.
La iglesia se dividió en dos, a la derecha toda la fortaleza Walczak y a mi izquierda todos los que se hacían llamar parientes y conocidos, ninguno se mezcló, la semilla de la desconfianza aún danzaba entre los polos y lo aceptaba, esto no era más que una fachada. Alguno aplaudió, en parte tal vez si se anhelaba la paz, pero, otros como mis progenitores y Xander mi hermano menor simplemente permanecieron allí, asistiendo, hasta que todo acabara.
—Los declaro marido y mujer, puede besar a la novia —la frase revolvió mis entrañas, quería golpearlo cuando él simplemente estaba disfrutándolo.
Levantó mi velo y me escaneó como un pedazo de filete a punto de devorarlo, hasta resultó incómodo, estaba bajo su acecho y por un segundo sentí la necesidad de escudriñar lo que se susurraba entre las paredes de su conciencia. Entrecerró la mirada y se acercó tanto que nuestros labios se rozaron.
—Morías por esta parte, estoy seguro —masculló solo para que yo lo escuchara luego atrapó la parte inferior y plasmó un casto beso.
—¡Głupek! —añadí en su idioma. Imbécil.
Me aparté de su agarre tan pronto las trompetas comenzaron su ridícula sinfonía, las mismas no se callaron mientras desfilaba por el altar hasta la puerta principal.
Inclusive había un banquete, una mierda que preparó para armar un escándalo mas que para disfrutarlo.
Le odiaba por ello.
—Felicidades hija mía, supe que harías lo correcto —confesó el Maestre Liu con calidez mientras me acunaba entre sus brazos.
—Este ridículo vestido me está matando —confesé. Su mirada mostró preocupación como también una pizca de diversión.
Detestaba los vestidos, era la prenda más ridícula y difícil para sobrevivir.
Sonreímos ante mi frustración.
Su ojos viajaron hasta detrás de mis hombros y lo seguí para presenciar como Maud y Janne se acercaban con Maurycy y Kacper Czarnecki de la supremacía, mierda. Un nudo se formó en mi garganta, olvidé el lío que se avecinaba por culpa de los malditos polacos.
—Mi bendición —agregó Maud besando mi frente, Janne le siguió con la misma seriedad—. Que este pacto selle el fin de las confrontaciones y rencores del pasado.
Hipocresía. Estaban pasando cosas de la que no me confiaban, y la razón de haber aceptado esta indeseada propuesta fue más con la intención de descubrirlas.
Azael se acercó a la pequeña reunión y con su imponente presencia tiró de mi espalda baja con posesividad, marcando territorio cual sabueso en celo, cada minuto que pasaba a su lado sabiendo que respiraba mi mismo aire, lo soportaba menos.
—Nos mostraste el coraje que a muchos les falta, y por tal razón, recibirás siempre nuestro apoyo —esta vez la voz ronca de Maurycy me provocaron un alivio distintivo, sin embargo la mirada delatadora de su primogénito, aún con su prometida al lado, gritaron lo contrario.
—Estoy agradecida —lo estaba manejando bien pero la inquietud pronto clamaría liberación.
—Nos volveremos a ver Van Leeuwen —sonreí pero sabía por donde iba su advertencia—. Walczak, eres la envidia del momento, buena jugada —este sonrió con suficiencia ante el comentario.
Se alejaron. Con ellos también despojé sus manos asquerosas sobre mi cuerpo, uno del que jamás tendrá acceso si sus intensiones se acercaban a ello.
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ELECTRICAL
RomansaDarles las riendas a tu enemigo es la mejor manera para atraerlo, y a ella la quiero para mí. Azael Walczak.