Maldición

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Maldición

Era viernes y Naruto estaba cansado, no sólo físicamente, también mentalmente. Ese había sido un día algo atareado, lleno de tedioso papeleo. Pero aún así, su cabeza seguía trabajando con su caso aún no resuelto.

"Hereje", así lo habían nombrado con su compañero Gaara. Un asesino serial que estaba matando mujeres al azar, cazandolas, violandolas y matandolas, con la escusa patética de la religión. Las noticias no habían mejorado, ya que Jiraiya había dicho que tendrían una nuevo jefe en el caso para el lunes. Hiruzen se había jubilado y un nuevo hombre tomaría el caso de Hereje, los ánimos no habían subido mucho al saber qué ese hombre sería principiante como detective en jefe.

Naruto se detuvo en la casa de su novia, Ino, y se prendió un cigarrillo antes de bajar del auto. A penas salió, la vió sentada afuera de la pequeña casa que estaba cerca de la universidad de Ino. Mientras se acercaba, cerró más su chamarra, la noche estaba fría y le pareció raro verla allí con una manta abrigada. En los primero minutos se dió cuenta que algo no iba bien.

Hacia unos cuatro meses que tenía está relación con Ino, ella era inteligente y centrada para su edad. A él le gustaba, ella no se enojaba por sus horarios raros, ni por su carácter algo sínico. Ino estaba estudiando filosofía, era una asignatura que él consideraba algo tonta, inservible en el mundo real, y eso había sido la fuente de sus discusiones. Pero siempre podían sobrepasarlas.

Naruto se detuvo cuando subió los escalones, fumando su cigarrillo mientras ella cerraba su libro y levantaba una grande copa de vino blanco. Naruto observó su cabello rubio brillar gracias a la luz de debajo del galero mientras ella lo observaba a su vez.

—Pareces cansado—, dijo simplemente mientras daba un sorbo a su copa.

Naruto tiró el humo por la boca mientras observaba, sin poder evitar, como ella parecía imitar una pose relajada. Lo importante estaba en una palabra.

Imitar.

—Lo estoy—, respondió.

—¿Mucho trabajo?— preguntó ella suavemente mientras le extendía la copa.

Naruto negó con la cabeza mientras fumaba otra pitada, su mirada notando que ella ya había tomado casi media botella sola.

Simplemente no pudo evitarlo, sus ojos claros se quedaron clavados en ella, estudiándola. Tomando información y clasificandola.

—Quieres terminar—, afirmó luego de unos segundos.

Los ojos azules de Ino se abrieron asombrados y casi se ahogó con la bebida que justo había estado bajando por su garganta.

—¿Qué..?— empezó, pero Naruto no le dejó terminar.

—Hace unas semanas que estás buscando algo, cualquier cosa, para discutir, y sabías que vendría a verte hoy—, empezó a explicar porqué había llegado a esa conclusión—. Y aún así, me esperas fuera de tu casa,con una temperatura tan baja. No me has invitado a entrar, y no te has levantado cuando he llegado.

Naruto se llevó el cigarrillo a la boca, siempre tranquilo e impasible. Soltó el humo sin separar la mirada de los ojos asombrados de Ino.

—Y aunque me has ofrecido vino, no me esperabas con una copa para mí. Has bebido la mitad de la botella para darte valor y decirme que quieres terminar.

Ino parpadeó y Naruto tiró la colilla al suelo y la piso. Puso las manos en los bolsillos de su pantalón vaquero y se encogió de hombros.

—Naruto, yo..—, empezó, pero se detuvo cuando él negó con la cabeza.

—No te preocupes cariño, me lo veía venir hace unos días, sólo estaba esperando ver cuándo tomarías la decisión. ¿Ya tienes mis cosas preparadas?

Ino volvió a parpadear y Naruto lo supo.

— De acuerdo, mándame un mensaje cuando quieres que las busque—, dijo dándose media vuelta y bajando por los escalones.

—¡Naruto!— se detuvo con la llamada de Ino y se volvió—. Podemos hablarlo—, él notó en su voz una nota de súplica y él negó con la cabeza.

—No, Ino— dijo para caminar hasta su auto y entrar.

Dió una mirada hacia la casa, hacia Ino una vez más antes de arrancar y salir de allí.

Mientras manejaba golpeó levemente su volante y luego respiró hondo para soltar lentamente el aire. Él lo sabía mejor que nadie, era una clase de maldición. Le era tan fácil llegar al punto débil de las mentes, podía leer tan fácilmente a las personas, podía jugar con las palabras y conseguir lo que quería.

Había tenido las mujeres más bonitas, las más superficiales o inteligentes, no importaba. Pero había llegado a un momento de su vida, que había querido tener una pareja. Una mujer que lo esperará con los brazos abiertos cada noche, que comprendiera sus silencios y su manía de entender todo. Había querido un poco de paz, un poco de amor.

Pero era imposible para él. El amor no era algo que se necesitara para vivir, se había convencido. Pero al sumergirse en mentes tan sucias, sólo quería llegar a casa y sentir el amor de otra persona, que limpiará su alma y mente.

Ino había sido una buena candidata, pero hacia unos meses se dió cuenta que algo no iba bien. Ella simplemente le discutía cualquier cosa que dijera, y él al principio había aceptado con los brazos abiertos las discusiones, después de todo, ella era inteligente y tan analítica como él. Pero, las cosas comenzaron a perder el foco cuando le discutía por pequeñeces.

Naruto supo el final de la película, tan cliché que lo dejó seguir. Siendo más espectador que el protagonista. No le dolía, ya que no estaba enamorado. Pero era un poco molesto pasar por un rompimiento, pero dentro de todo Ino no le hizo esperar mucho.

—¿Qué se le va a hacer?— murmuró mientras entraba al garaje de su departamento para ir a dormir después de una cena rápida y un cigarrillo.

—¿Qué se le va a hacer?— murmuró mientras entraba al garaje de su departamento para ir a dormir después de una cena rápida y un cigarrillo

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