Jimin sabe que su amigo es abiertamente bisexual y nunca se ha sentido incómodo con ello, pues siempre su relación ha sido solo amistad.
Pero un día, en medio de una fiesta deciden salir a tomar aire y fumar un cigarro juntos.
Una mano en su cintura...
No pudo evitar largar un suspiro cuando se tiró descuidadamente sobre su cama, destendiendo parte de ella con su pequeña caída sobre la superficie mullida, pues la colcha grisácea se deslizaba con facilidad.
Pero no le importo.
Había estado así por un buen tiempo, debatiéndose en su interior, tumbado sobre su cama, el sofá e incluso el frío suelo blanco de su departamento.
Afortunadamente sus roomies habían salido de compras, si no, hubiesen sido testigos de su deplorable situación.
Y es que, de alguna forma u otra le era inevitable quemarse los sesos dándole mil vueltas al mismo asunto, pues sus pensamientos naufragaban y giraban, chocaban y se enredaban, pero finalmente convergían en una sola dirección: Yoongi.
Yoongi sonriendo, Yoongi presionando su cintura, Yoongi elevando su mentón, Yoongi enredando sus dedos en su cabello, Yoongi besándolo...
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Por instinto su mano se posó con delicadeza sobre sus labios, en un pobre intento de rememorar aquella sensación, como si tocar su propia boca activará el recuerdo de cómo fue besado.
Y es que la manera en que Yoongi le tocó, provocó estragos en Jimin, muchos más de los que él mismo reconocería abiertamente.
Así que, se quedó mirando el techo, siguiendo con sus ojos cada línea, cualquier detalle pequeño que hubiera ignorado con anterioridad si no se daba el tiempo de observar como en ese momento, mientras sentía como el sol decendía, gracias al calor que se proyectó desde la luz que se colaba por su ventana.
Probablemente pasó demasiado tiempo ahí, tratando de aclarar su mente, pues su habitación comenzó a oscurecerse, para finalmente llegar a la conclusión de que no funcionaría.
Soltó un bufido y se incorporó, resuelto a ocupar su mente en algo más productivo que su dudosa sexualidad o Yoongi, por lo que, se encaminó a si mismo hasta su pequeño escritorio, aquel que, aunque a no muchos les gustaba, le acompaño en muchos desvelos y crisis existenciales por la madrugada.
Urgó entre los cajones hasta encontrar su cuaderno de anatomía, donde ilustraba por si mismo sus apuntes y tomó uno de los libros de pasta gruesa de su viejo estante para continuar estudiando, pues los exámenes estaban a la vuelta de la esquina y aún tenía mucho por memorizar.
Deslizó sus dedos entre las páginas y los pequeños post-it fluorescentes que estaban colocados cuidadosamente sobre las páginas que contenían información relevante para no olvidarlo, hasta que llegó a la página que buscaba.
Se dispuso entonces a concentrarse en su lectura, pero el constante martillear de las notificaciones de su celular lo distrajeron apenas sujetó su resaltador entre sus dedos.
No quería mirar la pantalla y decepcionarse, pues finalmente había estado esperando un mensaje que no parecía llegar.
Probablemente era Namjoon y su novio Jin, sus compañeros de cuarto, no sería la primera vez que olvidan las llaves o la contraseña para ingresar.
