III

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Cressida Cowper desde muy pequeña había sido segura en sus decisiones y deseos, al punto en que muchas veces su padre  se había jactado que tenía a una hija muy inteligente y astuta. Siendo hija única en la cadena de descendientes, y con una madre que la adoraba más que a cualquier ser en el mundo, la joven aristocrata le habían consedido cada uno de sus caprichos, hasta los más disparatados, como pedir ponies de un solo color, vestidos bordados con los diseños más exclusivos, y por sobre todo, muñecas únicas, con las claras intenciones de que ninguna otra niña pudiese tener lo que ella poseia.

A medida que los años fueron transcurriendo, los caprichos y el egoismo de la joven Cowper no culminaron, especialmente cuando fue consciente de cómo  el tercer hijo de la familia de sus vecinos era quien más miradas acaparaba entre el resto de niñas en las reuniones aristocratas. Poseía una piel clara, un cabello castaño y espeso, con facciones delicadas por la edad, pero que con el tiempo le convertirian en un hombre apuesto y galante, pero, aquellos detalles eran minúsculos en comparación a sus ojos, jamás había visto semejante color en otras personas, era casi como si le hubiesen pintado a mano, eran de un verde jade travieso, con leves rayos dorados, Colin Bridgerton tenía los ojos más atractivos de toda Inglaterra, por no decir que eran únicos, y ella Cressida Cowper debía tener todo aquello que fuese único.

Fue por ello que con el pasar de los años, sus deseos de obtener al joven Bridgerton cerca de ella crecieron como la nata en un caldero de leche hirviendo, recurriendo a su padre cuando escuchó a escondidas  cómo mantenía una conversación con su madre en el despacho principal de la casona, los Bridgerton estaban en la quiebra, comprendía perfectamente bien lo que ello significaba, era una mujer astuta cuando de dinero se trataba; al parecer su padreles había ofrecido una buena cantidad de dinero, lo que les ayudaría a poder establecerse antes de que fuesen despojados de todo título o pertenencias, eso significaba que los Bridgerton estaban en sus manos. En ese entonces Cressida fue consciente de lo que su maquiavelica cabeza estaba planeando, era claramente obvio que Colin Bridgerton jamás repararia en ella, había notado como solía compartir más con Penelope, a un punto enfermizo que sólo hacía que la odiara aún más, por lo que decidida abrió la puerta del despacho sorprendiendo a sus progenitores quienes no tardaron en comprender que la niñera no estaba con ella para cuidarle.

— Cressida, no debes espiar las conversaciones de tus padres, ve a la cama.

— Quiero a Colin Bridgerton papá.— Respondió sin perder la seriedad en sus palabras, casi parecía como si estuviese pidiendo un nuevo juguete para su colección.

— ¡Colin Bridgerton! ¿De que hablas hija? ese muchachito ni siquiera posee titulo, además cuando llegue tu edad para presentarte en sociedad tendrás muchos pretendientes a tu merced. — La molestia en su padre se palpaba, mientras que la señora Cowper había adoptado una postura más maternal mientras acaricaba los dorados cabellos de su hija de 12 años.

— Sé que están en la ruina, los escuché hablando de ellos.

— ¡Hija! ve a la cama, papá se enfadará si sigues aquí.

— Yo no quiero más pretendientes, quiero que Colin Bridgerton sea mi prometido, papi... tu siempre me conscientes, los Bridgerton son amigos tuyos. — Vio la duda cruzar el rostro de Arthur Cowper, sabía que no era bueno rehusandose a los mandatos de su hija.

— Es un adolescente aún, Violet no aceptará ese disparate.

— Pero Arthur, los estás ayudando, en estos momentos no se negarían a una propuesta, además, Violet y Edmund tenían muy buenos lazos con nosotros, el dote de Cressida le brindará un buen futuro y podrás vincularte por fin con ellos, son la familia del Vizconde, podríamos pensar en los privilegios a futuro, si bien Colin sólo es un hermano más en la lista, está Anthony, ten por seguro que no se negarán. — Tras varios segundos que permanecieron eternos en aquella sala, se escuchó el suspiro de resignación del señor Cowper, observando a su hija quien parecía realmente demostrar interés por aquel muchacho que estaba culminando sus estudios en Eton.

Enamorando a Ms FeatheringtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora