II

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Felix no supo en qué momento sus pies comenzaron a correr por encima de los tejados. Su mirada se volvía hacia atrás de vez en cuando, buscando en la distancia, algún cabello rojizo y ojos del mismo tono. Se decidió por descansar en el próximo tejado, y eso hizo, entrando por la puerta del techo hasta el interior de aquella casa. Se refugió con pánico, buscando alguna manera de entender la situación y no perder la cordura en el proceso.

Miró alrededor, el lugar se veía abandonado, pero aun así había cosas en cada esquina. Caminó a paso lento por el sitio, arremangando su camisa hasta sus antebrazos y procurando no meterse en problemas con algún movimiento torpe. Miró el balcón al final del pequeño departamento, caminó hasta allí con cuidado y abrió la puerta al exterior. El aire no era frío, parecía estar tenso. Las calles se iluminaban a lo lejos, como si esa zona en dónde se encontrara, fuera rechazada del resto del centro de Nexpo.

Apoyó sus manos en la barandilla y suspiró. No entendía cómo había llegado a ese sitio, era como visitar una zona enterrada de su mente. Además, lo último que recordaba con sentido, fue buscar a su vecina en un ataque de nervios. El resto...

Hyunjin si debe existir. Tú vas a darle una razón para hacerlo.

¿Qué significaba aquello? ¿Era una presa de su propia cabeza?

—Oh, por dios. ¿Me he vuelto loco tan jóven?

—Define la locura. —Una voz a su derecha logró sobresaltar al pobre pecoso, llevando su mano a su corazón y alejándose dos pasos hasta el final del balcón.

Un chico apoyado en la pared, oculto en la oscuridad de la noche, miraba la ciudad con los ojos entornados. Llevaba en su mano un palo de golf como si eso fuera lo más normal del mundo. Lo hacía girar con habilidad y eso solo incomodaba a Felix.

—¿Quién eres? —El pecoso se agarró de la barandilla con la mirada puesta en el desconocido. Una risa se escapó de los labios del contrario.

—De verdad... ¿Qué es la locura exactamente? —El chico seguía insistiendo en el tema, se giró en su lugar, tomó una lata de gaseosa con una mano y la lanzó al suelo para luego pegarle con el palo de golf. La lata salió volando hasta la pared al costado de Felix, clavándose en ella como si fuera un cuchillo y no un cacharro de metal—. ¿Por qué estás en mi casa?

El chico salió de las sombras, el palo de golf fue usado como un bastón y su cuerpo entero fue puesto bajo la luz de las miles de líneas temporales en el cielo y la iluminación de Nexpo por detrás. Una media sonrisa decoraba sus labios, pero se veía más siniestra que cualquier otra cosa. Su cabello era violeta y cubría la mitad de sus ojos.

—¿Lee...? ¿Lee Minho? —Felix mantuvo su pánico intacto, el pelivioleta le miró con la cabeza ladeada.

—Oh, ¿estamos jugando a las adivinanzas? Pues que bueno eres. ¿Es mi turno?

—Esto es tan raro... —Felix sintió que su cabeza comenzaba a darle vueltas. No se suponía jamás que tendría una conversación con un personaje que su mente ideó y luego descartó.

—Raro... Que linda palabra. ¿Eres un Relapso nuevo? Que suerte tengo de encontrarte antes que Jeongin.

—Yo... Creo que debo... —El pecoso comenzó a alejarse en cuanto Minho estiró su palo de golf hasta el pecho del menor.

—Oh, no. Lindura, ¿a dónde vas? —Minho también se acercó a él, casi tan intimidante como una ola gigante en plena marea infinita. Felix se tensó cuando la sonrisa de Minho se desvaneció en un suspiro—. ¿Por qué estás aquí?

Felix le miró con sorpresa. Tenía al miedo respirándole en la nuca y un palo de golf amenazando su pecho. Además, un loco de mil relojes lo buscaba y un pelirrojo con problemas serios de empatía, le acosaba la sombra en cada ráfaga de luz que apuntaba su cuerpo. Estaba perdido en su propia cabeza.

Un final sin historia - [HyunLix] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora