Capítulo 4

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Anteriormente:

"Pero al regresar su esposa lo esperaba con los brazos cruzados en la puerta del castillo, enfadada."
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Palideció ante quién tenía al frente. Su cuerpo se puso rígido, temeroso de ser descubierto.
La mujer frente a él fruncía los labios, mirándolo con clara decepción.

Seolhwa, esposa mía. Déjame explicarte Susurró, preocupado. Protegiéndose con sus brazos al ver a su esposa, la cual se acercaba rápidamente.

—¡¿Entonces era verdad lo que decía la gente? ¡¿Dónde queda la casa que le regalaste a tu amante?!— Gritó, buscando la respuesta en la cara pálida de su esposo.

E-En ningún lado, Seolhwa.— Estaba asustado, demasiado, como no lo había estado antes.  Tenía miedo de arruinarlo, echar a perder toda esa imagen perfecta, echar a perder esta alianza y sobretodo...

Tenía miedo de perderlo a él.

Temía a qué punto llegaría el conflicto si los reyes se llegaran a enterar.

—¿Tienes una amante, cierto?— Los ojos se la princesa se entrecerraron con un fuerte ceño fruncido. Pese a la enorme furia que sentía, no podía dejar de sentir el palpitar de dolor en su pecho—¡Sabía que esos pueblerinos no lo decían por nada!—

—¿Eh?— ¿Lo habían descubierto? ¡No!...¿Quién dijo eso?— Intentó fingir, intentó no dejar que sus verdaderos sentimientos salieran a flote, pero no pudo. Sus ojos reflejaban el rostro decepcionado de su esposa.
Sentía que le faltaba la respiración, como si a partir de ese instante su sentencia hubiera sido ya marcada en su destino.

... Con la confianza en su marido regada en el suelo, se volteó y subió las escaleras, indignada. Cerró una de las puertas de arriba con un enorme estruendo y se aventó a la cama, tapándose la cara con las acolchadas almohadas.

Y sólo ahí en el silencio de la habitación, gritó.
Gritó tan fuerte que hasta el príncipe escuchó por el enorme silencio que siempre era presente en ese enorme lugar.

En el piso de abajo, Yoo Jonghyuk bajó la mirada al suelo y soltó un sonoro suspiro. Estaba agotado, intentaría dormir y luego mañana vería cómo solucionar ésto.

Boca arriba, mirando el techo, reflexionó sonre su matrimonio.
Él en verdad no se quería casar con ella, parece que en el momento en el que se conocieron ella confundió lo que él intentaba decir, o lo que él quería mostrar. Como su claro desinterés.
Su padre le obligó a casarse con ella ya que necesitaba aliarse con el reino vecino y nada mejor que un matrimonio para eso. No quería hacerlo, pero quién le mandaba era su padre que, además, era el rey.
¿Cómo podía negarse? Porque también era por un bien mayor, para ayudar a la población que habitaba ambos reinos.

"¿Por qué no pude hacer lo que YO quería?" Se preguntó. Sintió un nudo apretándole la garganta y las lágrimas salieron. Quizás, él pudo haberle platicado a ella sobre su verdadero sentir hacia aquel panadero, y quizás ella habría aceptado y conseguirse un amante de igual forma. Pero tenía miedo de que al instante ella rechazara eso, y por lo tanto, rechazara el matrimonio.

Le dolía la cabeza, simplemente quería desaparecer de esta historia. Quería ser libre de este matrimonio planeado, quería poder hacer lo que él quisiera con su vida, pero todo esto solamente se queda en sueños. Cerró los ojos, esperando volver a nacer.

{...}


Al día siguiente intentó de todo por hablarle.

—¡Seolhwa! De verdad no tengo una amante, sal ¡Por favor!— Suplicó pegado a la puerta, golpeadola constantemente.

Aunque no decía una mentira del todo, su amante era un "él" no  un "ella".  Se golpeó ante el estúpido pensamiento y siguió pidiendo que le abriesen la puerta.

Pero ella no quiso salir de la habitación.

Angustiado y finalmente derrotado, el príncipe llamó a la sirvienta. Ella llegó de inmediato, nerviosa por todo el ruido de los gritos del príncipe.

—¿Sí, mi señor?— Casí murmuró. La vista ante ella no era algo que esperara, el hombre frente a ella nunca había estado tan despeinado, tan descuidado.

Enormes ojeras decoraban su rostro, delatando el poco ojo que había echado o quizás, lo mucho que había llorado.

llévele comida a la princesa y asegúrese de que coma— Ordenó ronco, sacando así a la sirvienta de sus pensamientos.

Y salió de ahí, necesitaba arreglar todo ésto.

Estaba demasiado desesperado, no esperando tener que hacer eso después de todo. No quería, pero era lo último que su aterrorizada mente podía pensar.

Tenía que terminar con todo.

El amante; Joongdok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora