Capítulo 6

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"Kim Dokja despertó por fin, dándose cuenta que de nuevo soñó con eso y que ahora, de nuevo, se encontraba en su habitación, solo."

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Kim Dokja, pese a saber que era solamente un sueño, sentía su corazón latir al imaginarse esa situación. Estaba feliz, tanto que no siquiera prestó demasiada atención a los golpes convenientes que venían de la puerta.

Aquellos golpes le recordaban demasiado a aquel sueño, solamente que en este momento no eran fuertes, o por lo menos no como en aquel sueño.

Se apresuró a abrir la puerta, cruzando los dedos para que fuera como en aquel fantasioso sueño. Se paró frente a la puerta, deteniéndose un para mirar sus descalzos pies. Tenía un presentimiento, uno no muy bueno.

Al abrir la puerta, casi salta de el susto. Realmente era él.

—¿Yoo Jonghyuk?— ¿qué es lo que hacía él parado en la entrada de su casa?

De nuevo aquel mal presentimiento. Algo pasaba. Algo.
La mirada de su amado era tan... Vacía. Dolorosa. Lejana.
Se empezó a asustar, rezando para que no fuera algo malo.

Tal vez, tuvo que simplemente haberle hecho caso a su sentir, a los malos presentimientos que vez en cuando llegaban. Quizá así se habría preparado para esto, para esta gran desilusión.

El silencio acompañó a ambos desde el momento en que la puerta abrió. ¿Cómo pudo su boca sellarse si ya sabía qué diría? Se preguntó el príncipe. Dejó de mirar a los ojos al castaño frente a él, sabía lo bueno que era leyéndole el alma. El corazón.
Intentaba decir algo, cualquier cosa que pudiera desencadenar esto que no quería salir. Se sentía atrapado. ¿Cómo había llegado a este punto?
Sabía que si seguía mirándolo a los ojos, detendría toda esta estupidez. Sabía que si lo miraba, haría lo imposible para escapar con él y dejar todo atrás.

Sabía. Él lo sabía.

Pero no se atrevía.

Se sentía un cobarde.

Algo no iba bien. Si solamente tenía sospechas, ahora estaba seguro. Kim Dokja se empezó a preocupar aún más por el silencio abrumador y la mirada distante de el hombre al que amaba.  Sus manos temblaban.
Con su mano igualmente insegura, acarició el brazo de Yoo Jonghyuk. Intentaba calmarlo, calmarse a sí mismo. Algo, lo que fuera, algo que lo ayudara a distraer un poco su ansias.
Seguía mirando fijamente al inseguro príncipe.

—¿Qué sucede?— Se sorprendió al escuchar su propia voz salir con un temblor, como si fuera a llorar.

—Es el fin— había algo que intentaba que no pudiera decir nada, quizá su subconsciente o algún poder divino.
A veces deseaba que este nudo en la garganta estuviera no sólo en su sentir y que realmente hubiera uno que lograra estar lo suficientemente apretado como para asfixiarlo y hacerle escapar de todo por fin. A veces deseaba hacerlo él mismo, pero no pudo. No podía.

Kim Dokja estaba mudo. ¿Es el fin de qué? ¿Fin? ¿De qué hablaba? ¿Fin de qué? ¿El fin? ¿Qué sucedía?

—¿Qué?— Rió nerviosamente cuando por fin sonido salía de su boca, bajando lentamente su mano, en una especie de caricia, en el brazo ajeno.

El amante; Joongdok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora