Parte 1

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De nuevo la vida parecía escupirle en la cara burlándose de él y su miseria, Matías descubrió que su novia había estado intercambiando fotos y mensajes con un viejo amigo de él.
No sabía que hacer, tenía tantos pensamientos y sentimientos pasando por todo su ser, ¿debería ir a buscarla y hacer una escandalo acusándola de puta? o ¿debería simplemente dejar de hablar con ella e ignorarla en todos lados?, pero eso era lo menos importante, lo que más le aterraba era lo que dirían sus amigos, esos con los que siempre tenía que quedar bien, y con los que por alguna razón solía competir, seguramente lo alentarían a tomar venganza, a buscar el viejo amigo y darle una buena madriza, de esta forma recuperaría su dignidad y a pesar de ser el cuerneado saldría triunfal de esa relación fallida.

Sus compañeros del taller le preguntaban qué le sucedía, el escondía el rostro y solo pronunciaba un "nada" apenas audible, tratando de evitar que escucharan su voz temblorosa y escondiendo la cara, pero al final no lo pudo contenerse más y soltó un par de lagrimas frente a todos, por supuesto hubo un silencio incomodo, algunos dejaron de comer, otros disminuyeron la velocidad para que el tuviera un poco de silencio e intercambiaron miradas entre ellos tratando de buscar respuesta, incluso don Paco el dueño del taller le bajo a la música.

— ¡Pinches viejas, ya sabes cómo son de culeras!¡Fuerte mi matraca que viejas hay donde sea!—Julio le dijo todo eso mientras le daba una especie de abrazo rápido.

Con esa sencilla acción de consolación todo volvió a la normalidad en el trabajo, después intentaron indagar sobre el tema, pero Matías estaba muy afectado como para hablarlo. Don paco vio al joven tan triste que lo dejó salir una hora antes.

Llegó a su casa antes de que anocheciera por primera vez después de muchos meses, su madre lo vio y rápidamente le pregunto preocupada que le pasaba, él nunca había sido bueno para manejar sus emociones así que se limitó a decir:

— No quiero hablar

Se fue directo a su cuarto, que tenia como puerta una cortina color rosa percudido de doble tela y con encaje en la parte de arriba que alguna vez fue blanco. Se acostó boca abajo en su cama y tomando la almohada dio un grito muy fuerte. Se quitó la ropa manchada de grasa y demás suciedades del taller mecánico, buscó en la orilla del cesto de ropa sucia su short y playera sport que había dejado en la mañana, se puso sus chanclas remedadas de un extremo con alambre y salió a cenar solo con su madre, su hermano y padre seguramente llegarían a altas horas de la noche armando escándalo.

Apenas y remojó una tortilla en sus huevos en salsa con arroz, la verdad era que no tenía apetito solo quería desaparecer, se sentía como una basura, como ser sin valor alguno. Recordó que no era la primera vez que algo así le pasaba, cuando iba en tercero de primaria tenía una noviecita llamada Jimena iban en el mismo salón, solía escribirle pequeñas cartitas, le hacia dibujos, se preocupaba tanto por lucir bien para ella, su padre en aquel entonces era el más feliz viendo como su hijo era todo un Don Juan, Hasta que un día cayó enfermo por varicela y faltó a clases por una semana, al regresar se dio cuenta que  Jimena lo había cambiado por uno de sus compañeros de clase.

Su madre no había dicho nada, comenzó a hablarle sobre su tía Karina que le había llamado, que los pollos se le salieron etc. Trataba de distraerlo de sus pensamientos, pero era en vano Matías tenía el corazón roto y no se le pasaría pronto.

— ­Si no quieres comer ahí déjalo papá, vete a acostar. — le decía su madre mientras le daba un beso en la frente acariciándole el cabello.

Se levantó de la mesa y se fue a su cuarto. Mientras se consumía en sus pensamientos, podía escuchar la televisión que le había regalado la abuela cuando era niño, las voces de los protagonistas discutiendo su amor le molestaban por primera vez, la música del panadero y los perros ladrando llamaban su atención inconscientemente para no pensar, miraba acurrucado los blocks de la pared sin repellar, mientras grandes lagrimas escurrían por su cara mojando la sábana.

BanqueteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora