Concha Blanca - Parte I

Concha Blanca vive

El corazón es la semilla, el amor las raíces, la amistad es el tallo que llega hasta el estigma, la curiosidad. La savia que fluye es la emoción, los pétalos la alegría y el pistilo el sentimiento. Todos se unen para formar la flor, la vida, con gotas de disgustos.

Un jarrón con flores estaba presente en la plaza central de Concha Blanca. Hacía unos años aquel territorio estaba ocupado por campos y lugares de campings de las afueras de la ciudad de Pados, una isla nueva en el planeta que llegó a formar parte de Grecia.

Martin Venturi era ciudadano italiano de Pados, era uno de los hombres más ricos del mundo, poseía hoteles de alto lujo, balnearios, cadenas de televisión... Pero su mayor sueño era construir una gran urbanización, una urbanización cerca de la costa, con hermosas casas y altos lujos.

El día llegó, la inauguración de Concha Blanca, la urbanización donde se quiso mudar a vivir. Su mansión residía en el centro de Concha Blanca, rodeada por hoteles, restaurantes y casas. El día de la inauguración ya habían más de mil habitantes, cada uno con sus casas, pero el objetivo de Venturi eran muchos más. En la sede del ayuntamiento de Pados en la urbanización, Martin daba la charla para inaugurar Concha Blanca.

-De todos mis grandes logros, hoy inicio el mayor de todos. A mis 77 años, poca vida me queda por delante, pero quiero vivir mi mayor sueño. Preparen las tijeras y corten la cinta, porque hoy es el día. Bienvenidos a Concha Blanca.-
Las palabras de Martin dieron inicio a la inauguración de la gran urbanización. Las tijeras cortaron la cinta, dejando detrás las casas, tiendas y hoteles que ya habían sido formados en Concha Blanca. Dentro de medio mes empezarían las obras para más casas.

Sus hijos se abrazaron, si su padre era feliz ellos también. Martin tenía 3 hijos y una mujer. Adrián era el menor, con 19 años. Lola la mediana, con 23 y Alessandro el mayor, con 26. Su mujer se llamaba Penélope.
Aquellos días fueron los iniciales, fiestas, cenas... Pero aquello no era lo único en Concha Blanca.

Una semana después de la inauguración, se mudó a vivir Adelphos. Adelphos era hijo del mayor enemigo de su padre. Martin le dejó formar parte de la urbanización, pero sólo si pagaba más impuestos que cualquier otro.