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El reino de Katolis prosperaba, las guerras cesaban y las naciones se unían nuevamente. Todo alrededor lucía hermoso y perfecto, el inicio perfecto para una vida llena de tranquilidad para todos, años de luchas y guerras que por suerte llegaban a su final, fulminando con excelentes alianzas entre humanos y elfos. Por fin, el futuro por el que el Rey Ezran había luchado por años, estaba en sus narices. La guerra había terminado oficialmente.

— Parece que su esfuerzo dio frutos, su majestad.- La voz del concejal del rey se hacía oír en forma de felicitación. —

El monarca sintió que se le llenaba el corazón con felicidad, catorce años de su vida se mantuvo firme en su actitud de paz que ahora le rinden frutos. El ahora adulto rey Ezran, de veinticuatro años, sonrió al ver el papel que firmaron las naciones Xadianas como humanas como tratado de paz y alianza, lo que lo enorgulleció. Fue un camino difícil, más su perseverancia ahora le rendía culto. El ahora joven Rey Ezran sonreía viendo el pedazo de papel sobre sus manos que pactaba la unión entre las naciones era lo que le hacía sentir tanto orgullo. El futuro que construyo desde niño por fin ahora estaba ante sus ojos.

— Tantos años luchando, soñando con la paz y...ahora aquí está frente a nosotros. — Habló con una sonrisa enorme, su entusiasmo era palpable, la espera había valido la pena. Definitivamente, el mismo Ezran que estaba sentado con firmeza en su trono, ya no era el mismo chico tímido que habían conocido.-—

— Me llena de orgullo saber que nunca titubeo en su decisión. — La voz del guardaespaldas se hizo oír, era alguien de pocas palabras pero sabía cuales usar en los momentos indicados. — Es digno de admiración con la valentía que ha demostrado. —

Este hombre de piel canela que nunca se apartó de su lado. Este hombre que compartió sus victorias y sus derrotas con él, este hombre maravilloso que nunca le dio a sostener más de lo que podía cargar, cuando los problemas se acumularon, tomó varios de sus molestias para restarle responsabilidades, incluso cuando no era su trabajo. No había palabras o alguna pertenencia material que pudieran agradecerle suficiente.

— Está victoria es todos, no solo mía, sin ustedes jamás lo hubiera conseguido, gracias Opeli, gracias Corvus...—

Los mencionados no respondieron con palabras, una mirada cargada de sentimientos era suficiente.

— Bueno, esto amerita una gran celebración. Para limitar algunos recursos, podemos dejarlo en un simple banquete entre la corona y conocidos, ¿le parece bien, rey mío?— Habló la dama de cabellos rubios.

— Es excelente, más sin embargo pronto me gustaría hacer una fiesta con la gente entera del pueblo. Sin apoyo de ellos, no lo habría conseguido. —

— Sus deseos son órdenes. — 

Los días de organización al banquete pasaron relativamente rápido

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Los días de organización al banquete pasaron relativamente rápido. Antes de siquiera esperarlo, ya estaban todos los familiares de la corona y la corte reunidos, charlando, tomando vino y pasando un gran rato. Su hermano permanecía cerca de suyo, claro sin descuidar a su pareja, Rayla. Ellos lucían bastante ocupados en sí mismos como para interrumpir, pese a estar rodeado de gente, el trigueño sentía una soledad profunda.

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