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+18.

Un sudor frío pasaba por los hombros de Jeon, la sonrisa no se borraba de su rostro cuando el vídeo frente a sus ojos se reprodujo, las venas de su cuello saltaron y las manos que mantenía abiertas contra sus muslos yacían ahora apretadas sobre sus jeans rotos y deslavados, sus caninos estaban asomándose por sus labios resecos, el control de aquel aparato viejo se prestaba en sus dedos cerrados, el plástico negro tenía una marca del sudor en las palmas de Jungkook, no era nerviosismo el que tenía en su carne, era malicia pura, el hijo de puta estaba pensando en tantas cosas mientras las manitas y pequeños pies pataleaban en aquel obsceno video. 

Era oro puro. 

Su teléfono vibró en la bolsa de su pantalón, haciéndole removerse por la incomodidad que causaba ese aparato moviéndole las bolas en momentos así, era un mensaje de Seokjin, citando "Quién te dio derecho de vagar por mi casa, y encima perderte?", no había sido invitado por la simple amabilidad de Kim, porque este no era un ángel y ellos ni siquiera podían toparse por la escuela cuando ya estaban lanzando maldiciones y golpes al aire a cada momento en el que sus miradas se cruzaban, Jin por ser un rompebolas, y Jungkook simplemente por joderle en momentos en los que no le convenían.

 En ese momento tenían que estar juntos, era una obligación debido a la tarea que les habían dejado en detención, el padre de Jungkook había querido monitorearlos después de que el ojo derecho de Seokjin quedó amoratado por un golpe zurdo por parte de Jeon, incluyendo, no obstante, el labio roto y sangrante del pelinegro hacía apenas unas horas, justo delante del aula de química, cuando el pie de Jeon quedó atrapado entre el tobillo de Jin y el piso, haciéndole al castaño caer de bruces contra el piso y estrellar su nariz en una pared, fue cuando los dos terminaron suspendidos con la tarea de presentar un proyecto estúpido que quería "hacerlos entrar en razón" de el por qué no deberían llevarse así dos compañeros de clase, era una idiotez, ni siquiera iban en el mismo salón de clases, esa tarea no iba a importar un carajo si la hacían o no, su odio no se iba a borrar por un proyecto.

Jeon Jungkook estaba absorto en sus pensamientos, perdido en las abrumantes imágenes que pasaba la televisión analógica que tenía enfrente, y de hecho, estaba en un sótano, por así decirlo, la casa de Seokjin era malditamente grande, y el pelinegro había decidido que en lugar de hacer su asignatura, iba a perderse en cada una de las quinientas habitaciones que tenía la mansión de los Kims, la cual de seguro había sido obtenida después de la venta de esos videos que el menor de los Jeon estaba viendo en ese momento.

 No estaba excitado, sería una escoria de la sociedad si encontraba excitante a un niño lloroso al que le salía agua de la nariz ser tocado indecentemente por viejos verdes en ese material gráfico, pero sabía que se había ganado una especie de lotería al haber encontrado dicha videocasetera, a la que no tuvo que buscarle un casset, ya había uno dentro, y era ese que estaba observando.

Un ruido sordo se escuchó escaleras arriba, por lo que se puso tenso, los dedos de sus pies se cernieron sobre la suela de sus converse negros, corriendo rápidamente a apagar el televisor, arrancando el casset de la grabadora y escondiéndolo en sus bóxers, y una dulce voz, arrastrando su nombre se hizo presente en sus oídos durante unos segundos, primero lejana y luego a unas cuantas paredes. Se puso de pie, caminando hacia las escaleras de la casona, con una sonrisa voraz en su boca, había esperado un momento así durante algunos años, y no iba a desaprovechar una sola gota del jugo que podía sacar de Kim Seokjin, el presidente del comité de alumnos de su preparatoria.

—Estoy aquí, Jin. —Dijo, silvando su nombre entre sus labios, masticando la sangre seca que yacía dentro de su amoratada boca.

—¿Quién te dio permiso de husmear en mi casa?, recuerda que solo estás aquí porque el idiota de tu padre no quiso que te expulsaran. —Las palabras de su boca estaban siendo escupidas con asco, era un desperdicio para unos labios tan bonitos.

—Cuidado con quien llamas idiota, no estás en posición de maldecir a nadie en este momento, Kim. —Jungkook tenía las manos hundidas en los bolsillos de su pantalón, sonriendo con todos los dientes, mirando por encima de su altura al castaño.

—Es mi casa. —Dijo.

Y los dedos de Jeon se deslizaron por su ropa, atreviéndose a sacar de la hebilla de su pantalón un cuadrado enorme, algo viejo y lleno de polvo, estaba roto de una esquina, pero Seokjin conocía la forma, el color, y el contenido, y de pronto, el color avellana de su piel se volvió en un blanco enfermo. 

El azabache se rió, balanceando el casset frente a los ojos ajenos, bailando a su alrededor del jóven Kim con la grabación atrapada en su axila, era gracioso ver las expresiones impropias, parecía aterrado, y eso dentro del pantalón de Jeon fue una fiesta. Siseó, parándose a centímetros de los pies ajenos, acercando su rostro a su cuello. —Qué difícil es pasar por algo así, tratándose de un niño, ¿no es verdad, Seokjin? —Sopló en sus prominentes clavículas su aliento con olor a cigarro de uva, el vello en la piel del castaño se erizó, estaba tenso. —Tranquilo, no le diré a nadie, no te preocupes, tu secreto, obsceno y sucio secreto está oculto por mí. —Masculló, olfateando el sudor del más bajo.

—No tengo tu silencio por gratis, eres un hijo de puta sin escrúpulos. —La voz de Jin salió de sus labios fuerte, estaba siendo valiente a pesar de la situación que estaba enfrentando, pero Jungkook ya había olido su miedo. 

Nada era gratis cuando de aquel azabache se trataba.

Jungkook cobraba caro, aún más, cuando era el chico que le había roto el labio de un solo golpe. 

El pasillo entre la habitación de Kim y el sótano en el que había estado era corto, no había nadie más que ellos dos en ese espacio, estaba bien por ello. 

—Hazme una mamada, justo aquí. —Demandó Jeon. 

Después de eso, solo se escuchó un cierre bajar, y el botón de un pantalón ser desabrochado.



fin del primer capítulo, oa. :D

videocasetera. kookjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora