025

453 53 9
                                    

- ¡Pepa! ¡Ve y agarra a Bruno para que venga a ayudar! - Decía la señora de canas hacia su hija mientras ordenaba la mesa

La hora de comer había llegado.

Pepa, por otro lado, resopló entre dientes y fue a buscar a su hermano, por primera vez, se había retrasado en bajar, y, curiosamente, (t/n) tampoco estaba.

Quizás sólo salió a pensar, o a distraer su mente, puede que esté con su pareja, o eso fue lo que pensaron todos en la casa, sin darle la más mínima importancia a este suceso.

Ya frente a la puerta, Pepa nisiquiera se atrevió a golpear, estaba algo estrasada, puesto que debía de cuidar a los traviesos de sus hijos, y ahora, a su hermano.

- ¡Oye Bruno! ¡Mamá dice que vengas a comer! - Gritó la mujer, pero enseguida sus labios se habían abierto al percatarse de mi visita al cuarto de su hermano.

Me encontraba en la cama, abrazada a los brazos de Bruno quien hace unos segundos, permanecía dormido, yo, por otro lado, sólo intenté explicar la situación.

Aunque en mi mente todo parecía más calmado...

- ¡¿Que mierda!? - Se atrevió a gritar, enseguida, Bruno se adelantó a callarle la boca a su hermana.

- Pepa, pepa calmate, no es lo que parece. - Dijo el hombre, pero sus palabras no tuvieron éxito.

- ¿¡Calmarme!? - Recalcó, comenzando a formar una nube sobre ella, estaba bastante enfadada y confundida.

- Pepa, porfavor no digas nada, puedo explicarlo. - Me adelanté a decir al quitarme de la cama.

¿La continuación? No es una muy bonita..

Pepa había salido gritando, el rumor rápidamente se esparció por la familia, y Dolores, quien se encontraba fuera junto con Camilo, enseguida lo captó.

Mi corazón estaba trizado, me siento ahogada y con ganas de gritar, pero será en vano, intenté mantener la calma pero mi cuerpo tomo acción propia, sólo podía ver la escena cuando en la tarde, Camilo entró a la casa con los ojos cristalizados, mirándome deshonrado.

..Lo siento..

Eso fue lo que sólo se me ocurrió decir antes de que las lágrimas resbalaran por mis mejillas, el final que tanto me atemorizaba había llegado, y con ello, la verdad.

El pueblo comenzó a odiarme, a excepción de Óscar, quien se ofreció para darme alojamiento mientras tanto, ¿Y la casa Madrigal? Jamás volvió a abrir las puertas para mi, después de todo, Camilo odiaba a su tío, y la familia nuevamente se derrumbó, y todo esto, por culpa mía.

- Salí a comprar unos pasteles para comer. - Decía Óscar al entrar por la puerta, con una pequeña bolsa de papel entre las manos.

Le sonreí levemente para luego volver a juguetear con el bolígrafo que traía en mano.

- Sólo espero que sepan bien. - Afirmé

- ¡Oh! ¡Te aseguro que si! - Dijo el hombre mientras reía para si mismo, pasandome uno de los esponjosos pasteles que traía consigo.

Observé un poco su contorno, pensar que nisiquiera puedo salir sin ser juzgada por las personas..

Tragué saliva en un vano intento de ahogar mis pensamientos, mordisqueando el pastel.

¡Eres una estúpida de mierda!

Dos hombres, una mujer (Bruno-Camilo x ti.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora