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Unas manos fuertes recorrían su cuerpo, soltaba suspiros y sus rostros se acercaban cada vez más.
Podía sentir la pintura fría por su abdomen, el trazaba cada centímetro de su cuerpo. Sus labios estaban por tocarse...
Delia se levantó con la respiración entrecortada y un calor intenso. Se incorporó y se sentó en su cama mientras veía que aún era de noche.
No podía creerlo, había soñado con Benedict Bridgerton.
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Querido y gentil lector, a menudo se dice que quienes se casan deprisa deben arrepentirse en el ocio. Un sentimiento que, claramente, comparte la señorita Daphne Bridgerton, que, al parecer, rechazo no una ni dos, sino tres propuestas en esta semana. Algunos piensan que demuestra una admirable prevención en sus deliberaciones, pero yo aventuro una conjetura diferente : que ella, cómo está autora, sigue esperando al único pretendiente digno de mención.
Deliahabía recibido una invitación por parte de Eloise para ir a tomar el té en su casa. Después del sueño que tuvo le daba mucha vergüenza ir a la casa Bridgerton, pero como le diría a su amiga que había tenido un sueño muy comprometedor con su hermano.
—Adelante señorita Stuart, los Bridgerton la esperan en el salón. —dijo una doncella mientras la guiaba.
—Todos? —preguntó ella mientras arrugaba sus guantes.
La mujer asintió.
Cuando Delia entró al salón todos los Bridgerton voltearon.
—Lily. —dijo Hyacinth mientras se levantaba del suelo a abrazarla.
—Por fin alguien normal. —dijo Eloise mientras leía el artículo de Lady Whistledown.
Gregory de levantó del suelo y se acercó a Delia.
—Hola Delia. —dijo el niño rojo como un tomate.
—Hola Greg. —la mayor sonrió y se agachó para dejar un beso en la mejilla del niño.
Gregory suspiro y se alejó atontado.
—Nos alegra recibirte Delia. —dijo Violet, la vizcondesa.
—A mi me alegra estar aquí.
Eloise se levantó de su silla y se acercó a su amiga.
